Vialidades saturadas, coches defensa con defensa, nervios de punta, llegadas tarde, son lo que a diario miles de automovilistas viven en las calles de Querétaro, que con el crecimiento de la ciudad se ven rebasadas por la cantidad de vehículos que circulan todos los días.

Viernes, 7:45 horas, el anillo vial Fray Junípero Serra se convierte en un estacionamiento en dirección a Querétaro. Las filas superan los dos kilómetros. Todos quieren llegar temprano a sus destinos. Niños a la escuela, jóvenes a la universidad o al trabajo.

Los autos avanzan lentamente, mientras los minutos avanzan rápido. La paciencia se esfuma y la ira brota en los conductores cuando algún automovilista “más abusado” usa el carril derecho para adelantar a los demás y ganar unos minutos. El cerrón al auto que se acerca por la derecha, es una maniobra común.

Cuando el reloj marca las 8:00 horas ya se sabe que la batalla está perdida. Los niños ya llegaron tarde a la escuela. La ciudad de los 15 minutos, aquella de hace dos décadas, cuando para llegar a cualquier lugar bastaba con salir 15 minutos antes de la cita, quedó en los recuerdos de los queretanos.

Son 15 minutos después de las ocho de la mañana y Roberto llega a la escuela de su hijo. Se estaciona mal, baja la mochila y la lonchera de la cajuela y casi arrastra al niño afuera del coche. Toca el timbre y una maestra malencarada abre la puerta y recibe al “chamaco”, con la amenaza de que no volverá a recibir tarde al menor.

Roberto regresa al coche, donde lo espera su esposa, a quien llevará a su empleo… también tarde. De la escuela a la oficina de su esposa, son al menos 10 minutos de recorrido. Antes, una escala para comprar un yogur y unas galletas, para que ambos desayunen en el coche. No hubo tiempo en casa para comer algo.

El transporte público

La gente se reúne en la parada del camión. Sacan constantemente los teléfonos celulares para ver la hora. Mueven el pie rítmicamente, algunos resoplan, otros voltean a ver la calle para tratar de divisar, en lejanía, el camión esperado. Pero no. Aún no viene. El vendedor de tamales y atole aprovecha para hacer su agosto. Vende bien a quienes esperan el transporte público.

Después de 15 minutos, el autobús pasa… malas noticias. Va a reventar. Muy pocos de quienes esperan la unidad logran abordar. El resto debe esperar más tiempo.

Ya en la unidad el recorrido se hace con paradas continuas. El autobús debe hacer ciertas paradas, para que algunos pasajeros desciendan y unos pocos afortunados logran ascender.

Para otros, la opción llega de amarillo. Un taxista se detiene frente a la gente. Ofrece el servicio colectivo, 20 pesos la dejada por persona. Quienes van por el mismo rumbo no tardan en abordar la unidad.

Desde El Marqués

Araceli viaja con su esposo y su hija desde Paseos de El Marqués hasta el centro de la ciudad de Querétaro, para trabajar y llevar a la menor a la escuela. Dice que el recorrido, por la carretera 200, hasta el inicio de calzada Los Arcos, no presenta contratiempos.

Sin embargo, poco antes de llegar al cruce de Los Arcos y Bernardo Quintana las cosas cambian. Los automovilistas que salen de Hércules, los que bajan de Milenio y los que salen de Loma Dorada hacen que el tránsito sea más lento.

La situación se complica porque cada vez menos personas respetan las vueltas prohibidas. “Dijeras son personas que vienen de otros estados, pero traen placas de Querétaro”, expresa.

Destaca que debe de salir con 15 minutos de anticipación para no llegar tarde a su destino. Aunque ello signifique dormir un poco menos. “La verdad el tránsito lento me afecta llegando a la ciudad y son unas cuadras pero muy pesadas”.

Por la tarde

Para Roberto la hora de la salida de la escuela es nuevamente una odisea. Salir de su oficina y trasladarse hasta el plantel educativo de su vástago lo obliga a tomar un tramo de 5 de Febrero.

Es hora pico. Los camiones de transporte público se agolpan en las paradas, lo que entorpece más la circulación. El avance es lento. El humor del hombre es cada vez peor. El calor aumenta la somnolencia. Enciende un cigarro para calmarse. Pocas cosas funcionan. En la radio se da el reporte vial, pero es inútil. Ya está en el atasco.

Luego de 35 minutos llega a la escuela del niño. Ya con su hijo, Roberto camina dos cuadras, en donde estacionó su vehículo. Hacen una parada para comprar dos botellas de agua y una golosina, “para entretener a la lombriz” en lo llegan a casa, luego de pasar por mamá a su trabajo.

Para llegar al trabajo de su esposa debe enfrentarse nuevamente la 5 de Febrero, el calor, el olor a gases de la combustión del diesel y a un niño que cada dos minutos pregunta “por qué no avanzamos”. Roberto se hace la misma pregunta.

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