Avalan 19 años de trayectoria futbolística la calidad de Adrián García Arias, defensa de Gallos Blancos, quien afirma que continuará, por lo menos un año más, dentro de las canchas profesionales del balompié mexicano.

Las ganas de jugar del zaguero aún no se disipan, aunque muchos creyeron que sería su año de retiro; pero el mal término con la directiva de Gallos Blancos en el transcurso del Clausura 2013 le cambió el panorama y ahora quiere quitarse la espina para despedirse como se debe: dentro del terreno de juego.

“Tengo algunas ofertas, nada concreto hasta el momento, todavía falta ver qué equipo llega del Ascenso, pero es seguro que jugaré un año más, año que le dedicaré a la directiva de Gallos Blancos para demostrarles que todavía puedo, y a la afición, ya que siempre estaré agradecido con ellos por todo el apoyo que me dieron”, indicó el futbolista.

EL UNIVERSAL Querétaro visitó al jugador en el restaurante de mariscos “Peque”, de su propiedad, luego de tres meses de haber emprendido este nuevo reto como empresario, contando con el apoyo de su familia.

García Arias muestra una faceta poco conocida del futbolista, ya que comenta que “antes ni un par de huevos sabía hacer”.

En el lugar, localizado sobre la avenida Constituyentes, Adrián García Arias se encarga de preparar diversos platillos con base en productos marinos (incluido los camarones a la talla, la especialidad de la casa), acompañado de su esposa Claudia y en algunas ocasiones, cuando no están en la escuela, de sus tres hijos.

Sucesos memorables

Con las paredes cubiertas de fotografías de su paso por el futbol mexicano, el comensal hace un recorrido visual por momentos que para García Arias fueron de mucha importancia.

Hay una imagen de una jugada donde le saca el balón a Salvador Cabañas, cuando el delantero paraguayo jugó en Jaguares de Chiapas. Otra capta el marcaje personal del zaguero, en ese entonces de los Diablos Rojos de Toluca, a Hugo Sánchez, cuando jugó en Celaya, además de muchas otras fotos con el equipo mexiquense donde debutó en 1995, y con el que logró tres títulos de liga.

No faltan las playeras y una singular colección de réplicas de él, en miniatura, con los uniformes de los ocho equipos donde ha estado.

También están plasmadas imágenes de su paso por las Águilas del América, Jaguares de Chiapas, Indios de Ciudad Juárez, Santos de Torreón, Monarcas de Morelia, Reales de San Luis Potosí y, desde luego, los Gallos Blancos de Querétaro.

La más pequeña de la familia, su hija María, se acerca a su papá para hacer un trueque en la cocina: mientras Adrián le entrega su playera de Gallos Blancos, ella coloca sobre su cabeza el gorro de chef, que ahora el zaguero portará, por lo menos, hasta que regrese a las canchas de futbol.

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