Doña María Guadalupe Valdez López se siente satisfecha con el apoyo que recibe como beneficiaria del Banco de Alimentos para la Vida IAP, algo que se ha vuelto una motivación cada que asiste al centro de acopio.

La mujer de 64 años se despierta a las 6:00 de la mañana; después de alistarse y desayunar, emprende camino desde la colonia Casa Blanca hasta Mercurio, para llegar al sitio de la avenida Pasteur.

Su trayecto es rápido y no se le dificulta estar poco antes de las 8:00 de la mañana en el portón marcado con el número 4, donde se ubica la institución que apoya a sectores vulnerables de la sociedad queretana, a través de la entrega de despensas y otros artículos de primera necesidad, el cual visita cada dos meses. Un espacio que ha cambiado su perspectiva.

Además de recibir una despensa a un costo menor al real cada semana, ayuda como voluntaria a la organización de los alimentos y productos que llegan gracias a las donaciones de empresas, tiendas de autoservicio y procesadoras de alimentos, algo que le ha servido para darle el justo valor a la labor del único banco de alimentos que surte a la mayor parte del estado.

Reconoce que le agrada participar, “ya que lo hago para que mis compañeras de mi colonia obtengan el beneficio, así como familias de otras comunidades, ya que la cuestión no es que sólo le den las cosas a uno o que la vendan a bajo costo, sino que participar es bonito, se genera una bonita convivencia aquí. Esta asociación me gusta”.

La señora Valdez está a punto de cumplir dos años dentro del padrón de beneficiados. Es viuda, sus hijos todos están casados, “pero sí me viene bien la despensa, ya que estoy enferma, padezco hidrocefalia, presión alta y artritis, para las que el tratamiento está carísimo”, relata a EL UNIVERSAL Querétaro, además de revelar que fue por unas vecinas como se enteró de la existencia de la organización.

En un pizarrón están escritas las cantidades a repartir por colonia o comunidad por día. Casa Blanca aparece con 35 despensas, de un total de 427 que se entregarán en 10 lugares diferentes esa jornada.

“Mis vecinas valoran mucho esta ayuda, todas somos muy participativas y estamos tratando de juntar más gente para hacer mayor el beneficio de la colonia”, afirma.

Tanto le gustó formar parte de todo el proceso, que ofreció su casa para ser la sede de la repartición de los alimentos:

“Si están marcadas 35 en el pizarrón para mi colonia y llegó con 34 bolsas de pan, por ejemplo, yo tengo que poner la mía, entonces es como uno valora el trabajo y lo hace con gusto. En mi casa es donde repartimos todo, me gusta participar, ahí nos organizamos, entregamos el producto, vemos que salga completo y en buenas condiciones”.

Sin embargo, juntar a más gente en su colonia no es tan sencillo. “Nos acercamos a los vecinos y les decimos cómo funciona el apoyo, pero no les gusta el compromiso de venir a trabajar, no les gusta participar y ahí es donde muchos se arrepienten, pero las que vienen una vez, regresan”, afirma.

En el lugar, Lupita también ha recibido información valiosa. “Recibimos pláticas de parte de gente de banco, nos dicen cómo tratar los alimentos que nos mandan, nos enseñan cómo funcionan las fechas de caducidad, qué más queremos”, señala.

Asegura que la despensa le alcanza un periodo de hasta 15 días, aunque la recibe cada semana, así que a veces comparte con sus hijos el beneficio “y se dan cuenta que es un verdadero apoyo”.

Por su artritis sabe que no puede hacer cualquier actividad en el banco: “No puedo amarrar bolsas, no puedo abrir un refresco ni amarrarme las agujetas, pero me gusta participar y se encuentra la forma, me ponen a pesar el pan. No es decir simplemente no puedo, sino que sí puedo hacer lo que está a mi alcance y lo hago con gusto”.

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