CALI.—El novillero queretano Brandon Campos triunfó en el primer festejo de la Feria de Cali, en Colombia, al cortar dos orejas, una por cada ejemplar que lidió en la Plaza de Cañaveralejo, al cuajar grandes faenas a los novillos de Salento que le valieron salir por la puerta grande del coso taurino.

Los alternantes Juan Miguel Benito y Andrés Bedoya, que completaban el cartel, fueron silenciados.

Campos se llevó la tarde y con dos apéndices de contrario carácter. Con su primer ejemplar de Salento, un novillo cárdeno, salpicado, revoltoso, lo recibió con cinco gaoneras y revolera conectando de inmediato con el público que reportó media entrada en los tendidos.

Tras el picotazo de rigor, capturó las destempladas arremetidas, hasta ligar tandas de alto mérito, más por su lado izquierdo. La seria resolución de los problemas emocionó a los presentes en la plaza sudamericana, luego de una fuerte voltereta de Campos con este ejemplar.

Brandon se recuperó para, de inmediato, torear con circulares invertidos, y, posteriormente, poner fin con una estocada levemente contraria que fulminó al novillo de forma instantánea.

Con el cuarto de la tarde, el queretano interpretó un faena izquierdista de virtuosa pulcritud y lento compás iniciada con dos cambios por pecho y espalda en los medios, y signada por la templanza, la ligazón y el embroque.

Por lo anterior, la concurrencia que asistió a este evento taurino se entregó por completo a Brandon Campos al ritmo del paso doble. Molinetes y bernadinas antecedieron al pinchazo y la estocada descentrada pero eficaz que dieron lugar a la complacida petición de oreja y el arrastre lento para el bicho.

Gran final

Al término del festejo, y al no tener acompañante triunfal, Brandon fue ovacionado y salió por la puerta grande de la plaza, con lo que se reitera que viene pisando fuerte por un lugar en la baraja taurina mexicana.

“Me voy contentísimo de las dos orejas cortadas en esta feria tan hermosa que es la de Cali. La pena fue el pinchazo en mi segundo que me impidió cortar tres, pero me voy muy contento y con ganas de volver”, expresó el novillero queretano.

Juan Miguel Benito, por su parte, tuvo más deseos que suerte, y más entrega que tino. Su lote, carente de alegría y acometida le obligó a ofrecer la piel a cambio de arreos. A uno le pinchó y le puso el acero caído. Al otro, le falló dos veces y antes de matar escuchó un aviso.

A su vez, Andrés Bedoya no tuvo suerte con sus ejemplares, pues el primero muy noble y repetidor al cual incluso le pidieron la vuelta por el ruedo. Con el sexto cerró la tarde en medio de un resignado silencio.

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