Ricardo Antonio Mohamed Matijevich y Miguel Ernesto Herrera Aguirre, son, sin duda, los personajes del momento en el futbol mexicano.

El Piojo, técnico nacional después de buenas campañas en el América, donde ganó un título, y El Gordo, quien tomó al América después de haberse coronado con los Xolos de Tijuana, están en boca de todos por sus logros, pero también por la personalidad mostrada. Tan diferentes pero con el igual camino.

Tiempos en Neza

Herrera y Mohamed coincidieron en Toros Neza durante los 90, en ese equipo que se volvió una banda bajo el liderazgo de Enrique Meza.

Y es El Ojitos, precisamente, quien habla de la relación entre esos futbolistas en el pasado, técnicos en el presente.

“Ellos se llevaban bien, pero son muy especiales”, recuerda Meza, quien dirigió a los nezatlenses del torneo de Invierno de 1996 al de Verano de 1997.

“Miguel es alegre, pero sin llevarse tanto con los demás. En cambio Antonio es alegrísimo, siempre decía cosas chistosas. Profesionales los dos, eso sí. Nos tocó vivir situaciones muy bonitas”.

El líder de esos Toros era sin duda Mohamed. El argentino era el que organizaba los asados, las bromas y también los extrovertidos looks que lucía ese conjunto.

“Miguel mantenía cierta independencia al liderazgo de Tony. Si recuerdas, fue el único que no se pintó el pelo, en esos juegos de Liguilla en Neza. Miguel no se lo pintó, creo que [Germán] Arangio tampoco, pero no había problema, Miguel era güero natural”, recuerda Meza.

Con ambos, el técnico tuvo buenos y malos momentos. “Le tenía mucho cariño a Miguel. Su abuelo fue mi directivo en una selección juvenil cuando era chavo. Se apellidaba Aguirre Colorado, un nombre bonachón. Después me enteré que era abuelo de Miguel”.

En alguna ocasión “tuvimos alguna dificultad, pero se solucionó y no quedó huella de rencor”.

Con Antonio ocurrió de la misma forma. “Tuvimos nuestros contratiempos. Algunas cosas nos hicimos, pero con el tiempo nos tuvimos mucho afecto. Hoy nos une una amistad importante”.

El presente

Hoy, 17 años después de aquella unión, Enrique Meza los analiza a la distancia.

“Los dos están donde querían estar. Miguel hace tiempo decía que quería ser técnico nacional e hizo un gran trabajo con América para conseguirlo. Miguel siempre dejó constancia de regularidad y orden. Estuvo en algunas finales y ya fue campeón”.

Y Mohamed “fue campeón de la Sudamericana con Independiente y ha hecho un gran trabajo donde se ha parado. Están donde están por méritos propios. Quiero pensar que han tenido muy buenos técnicos y no habló de mí, yo sólo estuve un año con ellos”.

Como técnicos, opina Meza: “Ambos son muy ordenados. A partir de ahí determinan sus situaciones. Y es que generalmente a casi nadie le va bien si hay desorden. Además se están manejando con lógica: haz lo que yo digo, no lo que hago. El orden es un factor muy importante”.

—¿Dicen que el carácter de Herrera, es su principal defecto?

—Sí, a Miguel se le critica mucho por eso. Pero él está consciente de sus arranques. He hablado de eso con él en algunas ocasiones. Tiene que aguantarse, sí, pero al final tiene que ser Miguel Herrera en las buenas y malas. El temperamento gana. La personalidad debe aflorar en cualquiera de las situaciones, claro, a veces gana el impulso, la juventud, las ganas de pelear y abrazar, pero todo se puede controlar.

—¿Mohamed se ha recuperado del duro golpe que fue perder a su hijo?

—A Toño le han pasado muchas cosas. Es alegre y carismático. Todo el mundo lo quiere. Lo que le pasó lo marcó de por vida, pero se inclina a estar cerca de su hijo. El alma siempre está ahí. La gente se va pero el alma se queda.

Desde otra visión, Rafael Chávez Carretero, auxiliar técnico en aquellos Toros Neza, destaca el liderazgo de Mohamed y el deseo de superación de Miguel Herrera.

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