Lentes obscuros, camisa blanca, pantalón de mezclilla. Pinta de rockstar que fue tratado como tal antes de ser “investido” con la nacionalidad mexicana.

Mientras caminaba, Christian Giménez llamaba la atención de la gente dentro de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para recibir su carta de naturalización.

“¿Quién es?”, preguntaba algún transeúnte. Se le decía que era El Chaco, jugador de Cruz Azul. “Ah sí, El Chaco”, respondía convencido el mismo individuo.

Conforme iba siendo reconocido, el tumulto se formaba. Pero Giménez tuvo el mayor acoso cuando ingresó a una sala de la dependencia a firmar los últimos papeles antes de convertirse en un mexicano por ley.

Fue un privilegiado, pues no tuvo las trabas de los trámites gubernamentales que azotan a los habitantes de este país.

En cambio, siete u ocho burócratas lo comenzaron a rodear, porque querían un autógrafo del ídolo cementero. Chaco aceptaba, pese a que cada vez que iba de una mesa a otra, aparecían más y más funcionarios. Eran como 20 cuando terminaba los papeleos.

“Hoy es un día que va a marcar mi vida y estoy contento”, declaró Giménez, empujado en todo momento por el jefe de prensa de Cruz Azul, quien quiso evitar alguna declaración del futbolista.

No obstante, sus raíces argentinas traicionaron a Christian cuando se regocijaba de ser un connacional más: Le salió el muy argentino “sos”, en vez del “tú” que se maneja en México.

“Un papel no quiere decir que sos más mexicano que antes, pero estoy feliz, porque ya tengo pasaporte mexicano”, dijo con el acento de su país de nacimiento, pero con el amor hacia los colores del país que ayer lo adoptó.

Google News

TEMAS RELACIONADOS