A los 15 años comenzó a ganarse la vida en el show de clavados de un parque de diversiones. En su mente no pasaba la idea que retar al peligro desde una plataforma de 27 metros sería su futuro.

“Era un clavadista normal, hacía tres metros de altura, estuve entrenando hasta los 17 años en el Comité Olímpico Mexicano. Renuncié a los clavados porque un día se me acercó un juez y me dijo que tenía un show de clavados en la Feria de Chapultepec. Entonces me dijo ‘ven los fines de semana y vas a ganar tu dinero’”, recuerda Jonathan Paredes como el mejor error de su vida. “Venga, sí me aviento”, respondió en su momento.

Jonathan señala, en entrevista con EL UNIVERSAL, que sus primeros destellos se dieron en el Cañón del Sumidero de Chiapas y en la Quebrada de Guerrero, donde sus actuaciones llamaron la atención de Orlando Duque, un clavadista colombiano que lo encaminó a la élite de los saltos de altura.

“Dejé atrás a mi familia, ya no vivo en México, estoy en España comenzando a vivir con mi futura esposa, también dejé la preparatoria porque empecé a viajar, pero afortunadamente puedo decir que tengo esta carrera, pero pensando que tengo que terminar esa etapa de mi vida”, dice el mexicano de 26 años.

Paredes Bernal cree que su ascenso en los clavados de altura fue rápido, y se lo atribuye a la constancia en cada uno de sus saltos.

“La clave es la confianza en mí, tuve que madurar como deportista y persona, es la constancia que he marcado durante todos estos años. Tengo el porcentaje más alto de efectividad, todo el tiempo estoy de ocho a 10 de calificaciones, es lo que me ha dado el margen para estar entre los mejores.

“Durante las competencias trato de disfrutarlo al máximo. Soy católico y antes de saltar, cojo el rosario y que sea lo que Dios quiera. Arriba me da mucho miedo”, atiza el medallista de plata de la pasada Copa de la especialidad en Abu Dhabi.

En Jonathan la emoción es evidente. Cuelga su último logro en el proyecto fílmico: The Smoke That Thunders, un documental que protagonizó junto a su amigo Orlando Duque en las majestuosas cataratas Victoria, en la frontera africana entre Zambia y Zimbaue.

“Rompí mi marca personal de 30 metros, es una experiencia que guardaré por siempre. Me dejó marcado porque logré conocer la África profunda y te das cuenta de lo poco que uno podría necesitar para realmente vivir”, expone en la promoción del documental.

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