Gema Moneo, originaria de la frontera de Jerez es una bailaora y cantaora de la dinastía de Los Moneo; a los 13 años comenzó a bailar en los tablaos flamencos de Jerez y con un año más, actuó en la peña flamenca de París, en el Festival Flamenco de Londres y en el teatro Villamarta de Jerez, donde se presentó con su tío Juan Moneo El Torta.

Gema pisó los escenarios de Querétaro como parte del sexto Festival Ibérica Contemporánea y en entrevista para EL UNIVERSAL Querétaro compartió las impresiones que ha tenido tras su primera visita a México.

¿Cómo te han recibido los mexicanos?

—Me ha encantado la calidez de la gente y me han recibido como nadie. En el ámbito artístico te tratan súper bien y te dan tu pedazo de sitio; en las clases que hemos dado y en las que hemos recibido un sinfín de visitas, nos han motivado para seguir aprendiendo. La impresión que he tenido es que hay una afición increíble al baile y una calidad muy buena.

Tienes un espectáculo con Antonio Molina El Choro que estás presentando en algunos festivales ¿Qué repuesta ha tenido y qué podemos ver en él?

—Aviso: bayles de jitanos es un espectáculo muy flamenco que está teniendo muy buena aceptación, buena críticas y gracias a Dios, hemos pisado casi todos los festivales punteros del mundo, nacionales e internacionales. El choro tenía muy claro lo que quería ofrecerle a la gente y la verdad, es que es un espectáculo que los artistas y el público disfrutamos al mismo nivel.

¿Bailas y cantas en el espectáculo?

—Tengo una zambra, de Carmen Amaya, aunque yo la he versionado un poco con todo mi respeto, y me acuerdo un poco de Lola Flores, mi paisana.

¿Cuál es la preparación para bailar y cantar?

—Creo que no existe preparación, no es nada fácil tampoco; considero que es algo natural, pero si me pongo a pensar en la respiración y demás, tal vez no bailo (risas). Creo que la inspiración en el momento es lo que te hace sacar la fuerza para hacerlo. Mi familia es una dinastía muy grande de bailaores y cantaores y desde muy pequeña lo hice, no es lo mismo bailar y cantar bulería, que cantar y bailar por zambra y rasparte un número entero, pero lo hago con todo el respeto del mundo y si soy sincera, no sé cómo lo estoy haciendo, la primera vez que lo intenté fue para probar —en el espectáculo con Antonio Molina— y al final se quedó fijado, es algo como la Madonna flamenca.

¿Desde temprana edad tuviste la inquietud de pisar un escenario?

—Mi inquietud no era pisar el escenario, era tan natural como en la casa, en una fiesta, en un bautizo, porque alguien se ha casado, era muy natural. Nunca me propuse ser bailaora y gracias a Dios, mira dónde estoy.

¿Qué es lo más difícil de pisar un escenario?

—Contra más conciencia tenga uno mismo de dónde estás y cómo estás, más respeto nos da; cuando era más pequeña me daban nervios, pero creo que entre más afición haya, más respeto existe. Me considero muy aficionada al arte y mis compañeros también; esos nervios no los supero y a veces me da por tomar alguna fórmula (risas) porque todavía no lo controlo.

¿Crees que el mundo de la danza tiene el lugar que se merece?

—No, yo soy sincera, aunque luchemos todos los países —en concreto, en el mío— hay muy pocos festivales, es una pena cuando realmente somos de ahí y deberíamos de atraer a la gente. Cuando los artistas nos tenemos que ir a otros festivales de esta calidad; pienso que se le da prioridad a otra cosa como el futbol, que para mí no es nada cultural y no aporta nada al espíritu de alguien.

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