Como si se repitiera el escenario de una falta de mayoría calificada que se vivió recientemente en el caso de la CNDH, ahora en el Senado de la República el nombramiento de una nueva ministra para la Suprema Corte de Justicia de la Nación se encuentra entrampado, porque las bancadas partidistas están divididas en sus votos y ninguna de las tres candidatas propuestas por el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene los apoyos suficientes para alcanzar las dos terceras partes de los senadores que conforman la mayoría calificada que la ley establece como requisito para el nombramiento de un nuevo ministerio en la Corte.

Dos son las candidatas que han dividido a los senadores: por un lado Margarita Ríos Fajat, actual directora del SAT, y a quien apoyan Morena, PT, PES y PVEM, además de unos cuantos diputados del PRI y de Movimiento Ciudadano; y por el otro lado Ana Laura Magaloni, la jurista y académica prestigiada a quien respaldan los senadores del PAN, la mayoría de la bancada del PRI, la mayoría también de MC y los tres senadores del PRD. La tercera integrante de la terna para la Corte, Diana Álvarez Maury, actualmente subsecretaria de Gobernación, no ha despertado simpatías ni apoyos entre los senadores, que se dividieron entre las dos primeras.

El problema es que, sumando los votos partidistas que tiene cada una, ni Ana Laura Magaloni ni Margarita Ríos Farjat alcanzan la cifra mágica de los 85 votos que se consideran necesarios para alcanzar una mayoría calificada, aunque la cifra depende de la cantidad de senadores presentes al momento de la votación. A pesar de los cabildeos, las negociaciones y el diálogo que ha sido intenso en estos días en el Senado, el coordinador de la mayoría de Morena en el Senado, Ricardo Monreal, no ha podido convencer a senadores de la oposición para apoyar a  Ríos Farjat, y salvo el caso de algunos priistas y senadores de MC que irían con la directora del SAT, el resto de la oposición del PAN, PRI, MC y PRD están cerrando filas con la doctora Magaloni y defienden que es la única que además de experiencia y capacidad jurídica, garantiza la autonomía y la independencia necesarias para ser ministra de la Corte, algo que en opinión de los opositores no cumple una integrante del gabinete de López Obrador como Ríos Farjat.

El fantasma de la cuestionada elección de Rosario Piedra para la CNDH también está pesando y contaminando en la decisión para la Corte, pues las denuncias de “fraude” y de irregularidades graves en el conteo de los votos, además de la cercanía política y personal de Piedra con el presidente López Obrador y su gobierno, han hecho que las bancadas de oposición endurezcan su posición y dificulten cualquier tipo de negociación con Monreal y con Morena, porque la consigna es no darle a la 4T otra ministra cercana, y privilegiar los equilibrios dentro de la Suprema Corte con una jurista acreditada y con mayor independencia como Magaloni.

En tanto la bancada de Morena defiende el perfil de Ríos Farjat, que más allá de ocupar hoy la dirección del Servicio de Administración Tributaria, también ha ocupado cargos en el Poder Judicial de la Federación y la consideran una abogada experimentada y con capacidad para convertirse en ministra. Margarita fue colocada en el SAT por su cercanía con su paisano Alfonso Romo, jefe de la Oficina de la Presidencia, pero tras la salida de Carlos Urzúa y la llegada de Arturo Herrera, ha ganado terreno e influencia con el presidente López Obrador, siendo una de las mujeres con mayor poder dentro de la 4T.

Los próximos días serán clave para saber si se resuelve o no el nombramiento de la Corte, pero las cosas están tan entrampadas entre Morena y la oposición en el Senado, que hay incluso quien dice que, como difícilmente se van a mover los votos y las posiciones, y ninguna de las juristas que integran la terna propuesta puede alcanzar mayoría calificada, es muy probable que dicha terna le tenga que ser regresada al presidente para que, según la Constitución, presente una nueva terna que analice, discuta y voten los senadores. Y si en una segunda ocasión la terna presidencial volviera a ser rechazada, entonces el presidente tendría la facultad constitucional de decidir él a quién nombra ministra de la Corte. Se ve difícil que esto último ocurra, pero lo que sí es casi un hecho es que la actual terna con Magaloni, Ríos Farjat y Álvarez tenga que ser regresada ante la falta de mayoría, y que ya no sea en este año, sino hasta el próximo cuando se discuta una nueva terna en el Senado.

Así de entrampadas se encuentran las cosas con una mayoría de Morena que no le alcanzan los votos y quiere, otra vez a una ministra cercana como Ríos Farjat en la Corte, y una oposición que, con la consigna de “ya nos lo hicieron una vez, no nos lo volverán a aplicar”, está decidida a respaldar solo a Magaloni y con ella mandar a la Corte a una jurista con autonomía e independencia de la 4T.

NOTAS INDISCRETAS… A propósito de la cuestionada y polémica votación con la que se designó a Rosario Piedra para la CNDH, aquella tarde del 7 de noviembre, en la que un voto pudo ser la diferencia (de hecho el argumento de la oposición para descalificarla es que no se contaron dos votos nulos) en el Senado mencionan que la responsabilidad de que finalmente Morena haya consumado la imposición de Rosario Piedra pudo haber recaído en la bancada de Movimiento Ciudadano y en su coordinador Dante Delgado. Y no es que no haya habido priistas e incluso al menos dos panistas que votaron por Piedra, sino que ya en los números finales, en la sesión donde se realizó la última votación, Dante autorizó a la senadora Verónica Delgadillo, de Jalisco, para que no se presentara al pleno aquel 7 de noviembre, porque su padre agonizaba en Guadalajara. El mismo Dante había viajado a Jalisco un día antes de la sesión y al ver la condición de gravedad en que se encontraba el padre de la senadora, le dijo que no se preocupara y que se quedara a acompañar a su progenitor. Delgadillo no asistió a la sesión del 7 y su voto, que hubiera sido en contra de Rosario, pudo haber evitado que Morena y sus aliados alcanzaran la mayoría calificada con 76 votos que no hubieran sido suficientes con un voto más en las urnas. En fin, el hubiera no existe pero las matemáticas y las maniobras políticas para estirarlas, sí….Los dados mandan Escalera doble. Bueno el tiro.

sgarciasoto@hotmail.com

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