Desde que asumió el poder como presidente de la república, Enrique Peña Nieto ha buscado emitir estímulos que denoten autoridad, fuerza y poder y que transmitan el mensaje de que el nuevo titular del ejecutivo es y será respetuoso de las normas protocolarias y de su propia investidura. Ha mostrado disposición a generar cambios en temas como seguridad, educación y el acuerdo político, que son de gran sensibilidad entre la ciudadanía.

El presidente ha buscado manejarse de manera impecable e implacable queriendo dar como resultado gobernabilidad y disciplina. Sus intervenciones discursivas no se han visto llenas de excesos, ha demostrado madurez política al no hacer denostaciones. Se ha visto compromiso con la justicia, el respeto a los derechos, salvaguardar la ley dando diversos mensajes que, dependiendo si uno pertenece a los sectores que le aplauden o que son detractores, se les ha interpretado. Desde antes de las elecciones del 2012 se hablaba de un “nuevo PRI” que buscaba alejarse de las prácticas que durante setenta años les dio la imagen de un partido corrupto.

En la XXI Asamblea Nacional se modificaron sus documentos básicos, formalizándose la inclusión del presidente de la república en uno de sus principales órganos de decisión, regresando al poder absoluto del ejecutivo a través de esta facultad meta-constitucional que durante setenta años los presidentes ejercieron y que hoy se institucionaliza.

Los priístas conocen la disciplina y durante muchos años el poder de manera vertical fue el que les funcionó de mejor manera, en el que el presidente de la república era el eje central del partido. Hoy regresan a esta práctica con la intención de mantener la unidad, la disciplina, para lograr ser implacables y mantenerse en el poder. El presidente de la república y sus compañeros de partido saben que deben de trabajar por recuperar espacios que habían perdido y coparlos, ajustarlos, limitarlos para así reconstruir, revitalizar y mostrar a la ciudadanía y a los demás partidos que su músculo político es más fuerte que nunca.

El PRI sabe que sus excesos le han creado una imagen negativa. Después de 12 años de ser oposición deben de trabajar por recuperar esos espacios perdidos y transmitir un mensaje de experiencia no ligado a la corrupción pero sí a generar la percepción de que es una nueva forma de gobernar. Recurrir a una vieja práctica de “poder absoluto” del presidente, ¿podrá generar la imagen de un “nuevo PRI” y entonces mantener el poder y ganar otras elecciones federales?

Especialista en Imagen Pública

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