Ningún presidente de la República, en la etapa moderna, había generado tanta división y polarización hacia su persona, su gobierno y entre la sociedad, como el actual.

Su estrategia de gobierno, basada en la construcción de enemigos, ha dejado de ser una tarea personal, para ser una labor de Gobierno: presidencia de la República, Unidad de Inteligencia Financiera de la SHCP, Secretaría de la Función Pública, Fiscalía General de la República, Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Secretaría de Gobernación, etc.; y algunas tribus en las cámaras de Diputados y Senadores también hacen lo propio.

¿Quiénes son los enemigos del gobierno? Quienes cuestionan sus resultados, incongruencias, contradicciones; la falta de buenos resultados económicos; las ineficiencias e ineptitudes de sus dirigentes; quienes denuncian la corrupción de sus integrantes; quienes se oponen a su interés de perpetuarse antidemocráticamente en el poder: INE, periodistas, medios de comunicación, agrupaciones sociales, partidos políticos de oposición, organismos empresariales, etc. A ellos se les ataca en su persona y en los símbolos de lo que representan.

Desertificar la vida social y política de pensadores, críticos, opositores y víctimas del mal gobierno, es el propósito central de la represión suave o dura del gobierno.

El modelo también busca amigos, sin importar que sean fifís o conservadores, también que los hay en la 4T (Carlos Slim, Alfonso Romo, Sánchez Cordero, Ricardo Salinas Pliego, Napoleón Gómez Urrutia, etc.), siempre que sean mansos y sumisos, lo que les otorga paz e impunidad. A unos se les seduce con prebendas, para comprar voluntades; a otros con dádivas —programas sociales— para comprar votos.

Antes, el ahora presidente, Andrés Manuel López Obrador, criticaba a la “mafia del poder”, la misma con la cual hoy convive y a la que le asigna obras. Algunos enemigos de ayer son los amigos de hoy, los también beneficiarios.

La regla es clara: si criticas eres enemigo y buscarán la manera de “reprimirte”; si te sumas, eres amigo y gozarás de lo que esto significa, exactamente igual que en el pasado.

En nuestro país resulta muy complicado el ejercicio de una ciudadanía crítica y propositiva a favor de México, bajo el riesgo de que cualquier día, durante una mañanera, te estigmaticen como enemigo de su gobierno por el solo hecho de ejercer responsablemente tus libertades.

El discurso “democrático” se utiliza para la construcción de un sistema unipersonal, populista y autoritario.

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