Los excesos del Presidente vulneran la incipiente democracia. Para López Obrador, solo existe el blanco y el negro en política. Están con él o se está en contra de él. No hay ninguna otra posibilidad de pensar diferente. La intolerancia representa un peligro latente, en cualquier momento puede traducirse en violencia física, viniendo del poder público, sin duda representa un peligro. Para el Presidente la oposición política no debe existir, de suyo es mala, es corrupta, es rapaz. Así califica López Obrador, a todos aquellos que piensan distinto a él. El titular del Poder Ejecutivo, adalid de la transparencia y la honestidad, representa esas virtudes, eso piensa el primer mandatario, los demás están equivocados.

Este miércoles, una vez más, López Obrador fustigó a la oposición, la descalificó ofensiva y agresivamente de la siguiente manera: “No quieren o no querían antes el cambio y ahora lo que quieren es el retroceso, retrogradar, dar marcha atrás a lo que estamos haciendo, dar marcha atrás a la transformación. Cuando dicen sí, sí, es sí a la corrupción, sí a la pobreza, sí a que el gobierno esté al servicio de una minoría rapaz, sí a qué se le dé la espalda al pueblo, sí a que el gobierno siga siendo o como era antes un comité al servicio de unos cuantos, sí a que no paguen impuestos los de arriba, sí a que no sea delito grave la corrupción, sí al racismo, sí al clasismo, sí a la humillación al pueblo” ¡Inconcebible!

No agrada a López Obrador, que la oposición se una y se ponga de acuerdo para enfrentar al poder presidencial en las próximas elecciones. Sigue pensando y actuando como líder de su movimiento. Olvida que está para gobernar a todos los mexicanos. La oposición, en armonía con la legislación vigente, pretende coaligarse electoralmente para que el Presidente deje de tener un Congreso a modo que le aprueba todos sus caprichos, bajo los cuales ha dejado al país en serios problemas, lo tiene sumido en la peligrosa mediocridad.

Destruye la esperanza de millones de mexicanos con sus acciones depredadoras. Su política, “regalar” dinero público a su clientela electoral, deja a un lado la prosperidad y la seguridad que reclaman los mexicanos. Por tercer año consecutivo los diputados federales aprueban las ocurrencias para que el Presidente acumule y manipule el poder como ningún otro. La oposición se une para evitar que el Presidente destruya al país. En cualquier democracia los acuerdos de coalición electoral son legítimamente válidos, no debe preocupar.

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