Por segundo año consecutivo, el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de México quedó por debajo de las expectativas originales y se consolidó como el gran pendiente económico...una vez más.

El 1 de enero, las perspectivas económicas apuntaban a una expansión de 3.9% para el cierre de 2014, una tasa inusual considerando que el crecimiento promedio anual de los últimos 30 años fue de 2.4%, consideraron analistas.

Sin embargo, a unos días de que concluya el año, ni el más optimista de los economistas estima una expansión del PIB mayor a 2.2%.

Aunque las autoridades concentraron sus explicaciones en factores externos, también hubo elementos de índole interna que mermaron la actividad económica del país durante el año.

La caída en la producción petrolera, la entrada en vigor de la reforma hacendaria y, además, los acontecimientos sociales derivados de hechos de violencia e inseguridad, tuvieron una incidencia negativa sobre el PIB nacional.

El subdirector de análisis económico de Vector Casa de Bolsa, Luis Adrián Muñiz, destacó que la reforma hacendaria le restó 0.2 puntos al crecimiento del PIB en los primeros meses de 2014.

Debido a las nuevas disposiciones fiscales, el consumo y la inversión fueron dos variables que resultaron afectadas, y que el mismo Banco de México (Banxico) ha reconocido, a unos días de que concluya el año, que no muestran señales claras de reactivación.

Incluso, el gasto público, uno de los instrumentos con los que cuenta la política fiscal para el apuntalamiento de la actividad, tampoco parece manifestarse plenamente en la economía, reconocieron en la última minuta de política monetaria la mayoría de los miembros del banco central del país.

Aunque la inseguridad pública figuraba dentro de los factores que podrían obstaculizar el crecimiento de México, a partir de enero de 2014 ocupó la primera posición entre los analistas del sector privado que encuesta el Banxico.

Desde entonces, ese tema se ha mantenido y atenuado conforme ocurrieron algunos hechos más graves, como la desaparición de los 43 estudiantes normalistas en Iguala, Guerrero.

Este acontecimiento llevó a que los integrantes del Banco Central mexicano se manifestaran por primera vez sobre el tema en un anuncio de política monetaria, al advertir que este fenómeno podría afectar la confianza de los consumidores e inversionistas, un elemento de riesgo para el crecimiento.

Recientemente, el economista en jefe de Bank of America Merrill Lynch, Carlos Capistrán, también reconoció un recorte a las estimaciones del PIB en torno a 0.2 puntos porcentuales, por el efecto de los acontecimientos sociales.

En medio de esta problemática, aparecieron también presuntos acontecimientos de corrupción y conflictos de interés al interior del gobierno federal, que a decir de especialistas, merman la confianza de la comunidad inversionista.

Hace dos semanas, el diario estadounidense The Wall Street Jorunal, dio a conocer que el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, adquirió una casa con Juan Armando Hinojosa, el mismo contratista que financió la casa blanca de Angélica Rivera, esposa del presidente Enrique Peña Nieto.

“Videgaray no está acusado de haber cometido un acto ilegal, pero la transacción se suma a la aparición de conflictos de intereses que han dañado la credibilidad y popularidad en Peña Nieto”, destacó la publicación.

El presidente nacional del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas, Daniel Calleja, aseguró que este acontecimiento sí merma la confianza de los inversionistas, por lo que es necesario que las autoridades esclarezcan el tema.

Por su parte, la calificadora Standard and Poor’s reconoció que las acusaciones de corrupción, así como las persistentes preocupaciones en torno a la seguridad serán un desafío para las capacidades de liderazgo del presidente Peña Nieto, aunque aseguró que no afectarán de manera importante la implementación de la política económica.

Claroscuros.

El 5 de febrero, cuando los mexicanos celebraban el 97 Aniversario de la Constitución Política, recibieron una noticia que generaba un nuevo aliento de nuevas expectativas positivas: México formaba parte de los países con categoría A en el grado crediticio.

Ese día, la calificadora estadounidense Moody´s Investors Service otorgó esa nota a la deuda soberana mexicana, y por primera vez en su historia, México recibía esa califiación; esto fue debido a la concreción de las reformas estructurales que, en consecuencia, darían un mayor crecimiento económico.

En América Latina sólo la economía chilena se distinguía por tal categoría y ahora México se sumaba como el segundo país en entrar, a lo que los directivos definen como las ‘Grandes Ligas’.

El argumento de la agencia internacional Moody´s es que el conjunto de las reformas aprobadas tenían la capacidad de elevar el crecimiento potencial del país. Incluso, aseguró que estos cambios profundos eran de una magnitud como la que en su momento llegó a ser el Tratado de Libre Comercio, de 1994.

Ante esta buena noticia, algunos especialistas avizoraban una acción semejante de las otras dos más importantes agencias internacionales: Fitch Ratings y Standard & Poor’s, aunque éstas nunca llegaron en 2014.

De hecho, el principal mensaje de ambas firmas ha sido que no habrá ninguna noticia hasta no ver que las tasas de crecimiento económico sean mayores a las observadas en los últimos años.

Primero Fitch, en voz de la directora de deuda soberana para América Latina, Shelly Shetty, dijo que para un mayor grado, primero es necesario tener tasas de crecimiento mayores y sostenidas, un mejor desempeño fiscal y un Estado de Derecho que mejore los indicadores de gobernanza y dé confianza a los inversionistas.

“Los países soberanos con calificaciones de ‘A’, no sólo son los más desarrollados ni los de mayores ingresos, también tienen índices de gobernanza e instituciones más fuertes”, explicó.

Por su parte, Standard and Poor’s, el pasado 18 de diciembre, tampoco dio muestras de hacer un ajuste a la calificación de México, ya que consideró que la limitada flexibilidad fiscal y el bajo crecimiento aún constituyen debilidades crediticias.

Ambas agencias mantienen a México en una calificación de BBB+, con perspectiva estable, pero al menos en sus mensajes, dejan claro que faltará más tiempo para asumir una posición más favorable para el país.

Urgen cambios

Para el director general de Inteligencia Pública, Marco Cancino, lo que la economía mexicana requiere es fortalecer su mercado interno, para depender menos de las fluctuaciones internacionales.

Pero además de un mercado doméstico más sólido, es fundamental un Estado de Derecho más fuerte que genere certidumbre y dé garantías jurídicas a todos los agentes económicos del país.

“Si no tenemos instituciones sólidas desde el punto de vista económico y tampoco tenemos un mercado interno fuerte, entonces estaremos condenados a seguir expuestos a lo que sucede en el exterior.

“Vamos a seguir viendo el tema de las proyecciones económicas como si fueran quinielas de ver si le atinan o no. Y esto, lo que nos dice es que no basta sólo con aprobar reformas, sino también que comiencen a operar y genere la confianza a todos los agentes involucrados”, explicó.

El director general del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, José Luis de la Cruz, comentó que el resultado de la economía mexicana en 2014 no fue el esperado, en gran medida por falta de políticas públicas que atiendan la realidad del país.

Coincidió en que es necesario robustecer el mercado interno, porque se depende mucho de la evolución del sector externo.

“Estamos ante una situación que hace imperativo generar un marco local más fuerte, porque con la caída del petróleo las finanzas públicas se debilitarán en 2016 y si no se hacen los cambios el próximo año no vamos a contar con los elementos para enfrentar la incertidumbre financiera y la gran volatilidad que se va generar”, destacó.

La directora del Centro de Análisis Económico del Tecnológico de Monterrey (ITESM), Campus Ciudad de México, Leticia Armenta, consideró que en un balance 2014 fue un año de resultados mixtos. Por un lado, la economía y la inflación estuvieron lejos de los propósitos de las autoridades fiscales y monetarias, mientras que el empleo fue una de los indicadores que mostraron un buen nivel de creación, aunque también fueron insuficientes contra las necesidades del país.

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