La llegada de los teléfonos inteligentes, los programas de gobierno que ofrecen internet gratuito en plazas públicas e incluso los servicios de conectividad por parte de las compañías de telefonía y cable, acabaron con el negocio de los cibercafés, cuya principal demanda actualmente es la impresión de documentos y las copias.

Hasta hace unos años, los ciber cafés abundaban en todos los rincones de la ciudad, ante la necesidad de las personas de hacer tareas, consultar sus correos electrónicos o usar el desaparecido Messenger, mediante el cual estaban en contacto con sus amigos y familiares.

Con la popularización de los teléfonos inteligentes, que se convirtieron en computadoras de bolsillo, los servicios de los “cibers” experimentaron un descenso en sus usuarios, además de programas de gobierno que ofrecen conexión gratuita en plazas públicas de la ciudad.

“Las plazas que tienen señal de WiFi las ocupan los chavos para chatear, pero para imprimir siguen viniendo aquí, que es donde me reditúa”, afirma Ignacio de la Fuente, dueño de Misol Ha, que es papelería y cibercafé.

El hombre narra que dando el servicio de internet tiene ocho años, aunque ha visto tiempos mejores, ya que antes tenía ocho computadoras y ahora sólo cuenta con dos unidades para brindar el servicio.

“Teníamos ocho máquinas y el servidor y no nos dábamos a vasto. Luego hasta teníamos gente esperando para poder darles el servicio y ahora no hay nada. Más en estos días de vacaciones”, asevera.

El local, que se ubica sobre la calle de Independencia, es papelería y cibercafé, ambos negocios arrancaron a la par, pero ahora uno de ellos está en declive.

Ignacio recuerda que antes los clientes podían estar mucho tiempo frente a una computadora revisando correos y en salas de chat. “Tuvimos un récord de una persona que estuvo aquí 12 horas. La gente se estaba [antes] por varias horas, no se quedaba un ratito, estaba mucho tiempo”, indica.

Actualmente, menciona la gente únicamente acude a imprimir, a lo mucho media hora, pues no es mucho el tiempo que se quedan frente a la computadora.

“Ha bajado mucho la afluencia, a raíz de que nos quitaron la exclusividad las plazas a donde hay internet gratis. Aunque les da gratis el servicio [el municipio]. En muchos lados se perdieron fuentes de empleo. Cuando llegamos aquí no éramos los únicos, éramos varios los cafés internet que habíamos aquí, era mucha la competencia que había aquí. Ahora somos cuatro los que estamos en la zona, ya no proliferan como hace cinco años”, acota.

Otro caso es el que narra Diego Ramírez, de 20 años de edad, quien atiende en una isla de internet en el Paso de la Llata; el joven apunta que la gente acude principalmente a sacar copias e impresiones.

Señala que durante su turno acuden alrededor de 30 personas a solicitar los servicios, pero es poco tiempo el que usan las computadoras. Agrega que los jóvenes de su generación usan más los dispositivos móviles para navegar en internet, mientras que los cibercafés los usan más personas para cuestiones de trabajo rápido.

Asevera que a su local acuden principalmente personas que necesitan copias e impresiones de documentos para hacer trámites, mientras que los jóvenes no llegan en las mañanas.

Acota que si los cibercafés quieren sobrevivir, deben adaptarse a los cambios y llevar la vanguardia en los servicios. Recordó que las nuevas generaciones requieren es rapidez en el internet, una buena conexión y una buena transferencia de datos.

Integrante de una generación que nació junto con el internet, explica que no concibe un mundo sin la red de redes, que en su caso utiliza para comunicarse con sus amigos, investigar temas de comercio internacional —carrera que estudia— e información que es de su interés.

Diego Ramírez añade que los medios de comunicación tradicionales los consume ocasionalmente, pero menos que el internet. Explica que principalmente suele ver los electrónicos, como la televisión, mientras que de los diarios impresos sólo hojea las portadas de manera superficial, ya que el medio en el cual obtiene mayor información es la red.

Uno de los servicios extras que ofrece el negocio donde labora es la renta de Xbox, al cual acuden niños y jóvenes para jugar, por menos de 25 pesos por hora, y que es una alternativa para tener más ingresos.

Por su parte, Alejandro Sámano cuenta con una papelería que también opera con cibercafé desde hace tres años; dice que en su negocio no le afecta la competencia del internet gratuito en plazas públicas, pues el mercado de su negocio y el de quienes buscan el internet de libre acceso es muy diferente.

“Las personas que usan el servicio de internet en plazas es meramente recreativo y aquí las personas que vienen lo hacen para realizar trabajos de impresión, más que estar platicando con alguien o viendo algún tipo de información”, abunda.

Puntualiza que quienes acuden al ciber café son personas que ya tienen claro que van a imprimir cierta información o textos, por lo que no los perjudica.

Añade que el internet es un complemento de su negocio, pues la mayoría buscan copias, impresiones o artículos de papelería.

La mayoría de los “cibers” en la ciudad tienen este doble giro, de ser papelerías y ofrecer el servicio de internet, como una manera de sobrevivir a la competencia de los teléfonos inteligentes y el libre acceso a la red que muchos gobiernos promueven y ofrecen a los ciudadanos.

Los hasta hace algunos años populares cibercafés mutan y se transforman para sobrevivir en una industria donde todo queda en el pasado en menos de un año. Estos negocios, como las grandes empresas de internet y de la era del “.com” deben saber adaptarse, antes de desaparecer en el mar de lo obsoleto.

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