Hasta el momento, al menos 160 inmuebles con afectaciones estructurales tienen que ser demolidos en la Ciudad de México, más de 11 mil edificios resultaron con daños, además de que más de 328 mil empresas —en Chiapas, Ciudad de México, Guerrero, México, Morelos, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala— fueron afectadas por los sismos ocurridos los pasados 7 y 19 de septiembre. No existe ninguna cifra definitiva de cuánto va a ser el costo de ambos terremotos, pero estos son sólo los daños materiales.

Dejando a un lado la cara más lamentable de la tragedia, las pérdidas humanas, los daños materiales deben considerarse como la punta de un iceberg que ha crecido en el interior de todos nosotros —unos más, otros menos— en estos días posteriores. Un botón de muestra: Los sismos de septiembre causaron estrés a 12 millones de niños,  según informó en conferencia de prensa el martes pasado Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red  por los Derechos de la Infancia en México.

En general, vivir estos eventos es suficiente para haber sufrido estrés postraumático, sin embargo, los daños emocionales no terminan ahí, sobre todo para aquellos que no sólo vivieron el terremoto sino que perdieron algo más, ya sea su patrimonio o a un ser querido.

“A la gente le está costando mucho trabajo y lo primero que tendría que ubicar es que no tiene que sentirse mal de estar así. Es importante porque tenemos la idea de que pasada la emergencia te tienes que reponer fácil y rápido, sobre todo si tuviste pérdidas, y no es así”, explica  Rodrigo Peniche, sicoanalista y sicólogo laboral de la UNAM. Si a un mes de que perdiste tu casa o, ni se diga, a alguien querido, sigues sintiéndote triste es completamente normal. Te diga lo que te diga la gente.

Por desgracia, un “todo va a salir bien” sale de la boca de algún cercano con las mejores intenciones pero no va a resolver nada y muchas veces te hace sentir peor, porque, ¿quién te asegura en realidad que todo va a salir bien? En estos casos, lo más recomendable sería que las personas pudieran ofrecer palabras de aliento mucho más realistas y empáticas, como un “siento lo que estás pasando”.

Así que si desde que perdiste tu casa te dan ganas de llorar, estás sensible, irritable, no tienes ganas de trabajar, sientes que todo ha perdido sentido, estás viviendo un proceso de duelo que tendrás que atravesar para poder continuar con tu camino. “Es completamente comprensible que uno va a pasar por un proceso depresivo tal cual. Ya sea que hayas perdido bienes, mascotas o personas, viene un proceso de duelo”, explica el sicoanalista.

Y a este proceso, hay que sumarle, por desgracia, cuando se trata de una pérdida material, que la persona se enfrenta a la necesidad de tener que reponer bienes. Y eso tampoco será un camino sencillo.

Por desgracia, es necesario que visualices que ésta no es una carrera de cinco kilómetros, sino que es más bien un maratón. Al perder tu casa, más allá de todo este duelo, te enfrentas a múltiples situaciones relacionadas con la necesidad de reponer el bien perdido.

A tener que sufrir la espera que parece interminable para que Protección Civil revise tu inmueble y emita el dictamen final (y a la desesperación que conlleva no tener tampoco información clara para realizar ese procedimiento); a hacer válido el seguro y todos los trámites que eso conlleva; a pedir la ayuda que el gobierno de la CDMX está proporcionando para rentar (y también a todos sus procedimientos); a informarte cómo hacer válidos los apoyos locales y federales que el gobierno ofrece para los damnificados; a pedir un crédito para reparar o comprar una nueva casa, por citar sólo algunos.

Todo esto en paralelo al sufrimiento del duelo que implica haber perdido tu casa, quizá lo que era el patrimonio de toda una vida. “Hay que ubicar que para pérdidas de este calibre, la salida no va a ser rápida. Estamos hablando de un proceso que va a llevar, depende de la pérdida, pero estar desequilibrados emocionalmente entre seis meses o un año. Como los boxeadores sí tengo que prepararme para una pelea de 12 rounds”, dice Peniche.

Así que es necesario prepararse para este maratón, para esta pelea de 12 rounds, la cual va a durar varios meses o años. La vida está hecha de cambios, algunos duelen y peor aún, ni siquiera se buscan de manera intencional, como éste.

“No es un cambio que hayamos pedido pero es un cambio al que vamos a tener que entrarle. Hay que entender que parte de estar vivo implica ciertos cambios”, asegura el especialista. Parte de este proceso engloba precisamente entender que el cambio es parte de la vida.

“Aceptar que hay circunstancias que no puedes cambiar te podrá ayudar a enfocarte en las cosas que sí puedes cambiar”, enlista entre los puntos para desarrollar resiliencia una guía de la American Psychological Association titulada The Road of Resilience (El camino a la resiliencia).

La resiliencia es la capacidad que tienen los seres humanos para superar y salir adelante de los eventos traumáticos, no sin antes haber aprendido de la experiencia.

“Va a haber momentos en los que estés muy triste o en los que estés muy enojado, pero tienes que ubicar que habrá cambios en tu vida”, asegura el sicólogo.

¿De qué me agarro?

En estos momentos echar mano de tus redes sociales (no de las virtuales, sino de las reales), será muy importante para que puedas atravesar este bache. La familia, vecinos, amigos y compañeros de trabajo son círculos sociales en los que hoy debes apoyarte, porque lo peor que podrías hacer es tratar de atravesar por este proceso solo.

No es que seas dependiente, sino que en este momento eres vulnerable y realmente lo necesitas. Necesitas aceptarlo porque a partir de esta aceptación es que vas a permitir que tus cercanos funjan de un verdadero apoyo.

Ellos son muy necesarios para brindarte ese apoyo que necesitas ahora. Háblalo y busca el apoyo, la comprensión y la compañía de todos aquellos que te quieren porque esto te ayudará y te dará fuerzas en los peores días.

“Algunas personas descubren que estar activo en grupos cívicos, en organizaciones basadas en la fe o en otros grupos locales les da apoyo social y les ayuda a recuperar la esperanza. Asistir a otros en su momento de necesidad también te beneficia a ti”, señala la guía de la APA.

Así que si tienes la oportunidad y te sientes con ánimo de apoyar y estás en posición de hacerlo en algún centro de acopio como voluntario, de cooperar con víveres o de ofrecer algún otro tipo de ayuda, otros damnificados te lo agradecerán y a su vez es algo que podrá beneficiarte a ti también para recobrar la fortaleza que necesitas.

“Mi familia me va a apoyar, mis vecinos me van a echar la mano y también mis compañeros de trabajo, pero al final que yo encuentre un equilibrio y una continuidad va a depender de mí”, dice Peniche.

Tú no pediste sufrir esta situación pero sí incides en cómo afrontarlo. Será un camino largo, así que sé amable contigo y comienza la reconstrucción.

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