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El debate sobre la necesidad de lograr el incremento en el salario mínimo es importante y para encontrar salidas adecuadas debe considerarse la realidad estructural e institucional de México.
Garantizar el cumplimiento de las recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo es una de ellas. La Recomendación Sobre la Fijación de Salarios Mínimos (R135) de la OIT señala el objetivo que persigue su establecimiento: La fijación de salarios mínimos debería constituir un elemento de toda política establecida para eliminar la pobreza y para asegurar la satisfacción de las necesidades de todos los trabajadores y de sus familias, así como proporcionar a los asalariados la necesaria protección social respecto a los niveles mínimos permisibles de salarios.
Evidentemente que esto difiere de lo que ocurre en México: el salario mínimo es utilizado como elemento para controlar la inflación, su determinación queda atada a la política monetaria del Banco de México.
En segunda instancia se tiene a la informalidad. Más del 58% de la población ocupada lo hace fuera de la formalidad. El sector informal es el resultado de la “ineficacia social”, del mal funcionamiento del modelo económico.
Por tanto la aplicación de un marco institucional que garantice la recuperación del salario debe pasar, forzosamente, por la formalización de la economía. Aumentar el salario sin garantizar su aplicación generaría un incremento en la inequidad.
El desafío no es menor, los resultados sobre la situación del empleo en México durante el segundo trimestre del año muestran una reducción en el número de personas que ganan más de tres salarios mínimos: 1 millón menos que a fines del 2013. Sin lugar a dudas que ello marca una precarización del mercado laboral, el empleo que se genera está privilegiando los puestos de bajas remuneraciones.
En el mismo periodo de tiempo también se contabiliza una baja de 319 mil personas que cuando mucho perciben un salario mínimo. En este sentido la creación de empleos se ha dado en el rango de quienes ganan entre uno y tres salarios mínimos 815 mil.
De las cifras descritas se desprende un aspecto relevante a resaltar: la ocupación en los rangos de ingreso de entre dos y tres salarios mínimos no alcanza a compensar la caída e quienes ganaban mejor. Ello implica que no solamente se pagan.
remuneraciones inferiores a las de fines del año pasado, sino que además no existe una creación de empleo suficiente para compensar la contracción citada.
Sin lugar a dudas la disminución del número de personas que cuando mucho ganan un salario mínimo y de quienes no reciben un ingreso es positiva pero ello no es atribuible a la creación de empleo formal bien remunerado.
Cuando se observa que el número de desocupados se incrementó en 106 mil personas y que la población no económicamente activa (PNEA) lo hizo en 1.2 millones, lo que se tiene es la explicación del por qué la tasa de desocupación ha disminuido ligeramente: algunos mexicanos han dejado de buscar empleo en el país y otros han aceptado empleos o emprendido negocios propios en donde perciben bajas remuneraciones.
Sin lugar a dudas que lo anterior tiene su razón de ser en el bajo crecimiento económico de México y de manera particular al escaso aumento de su consumo privado. Las empresas no están empleando a más personas porque existe un letargo en el desempeño del mercado interno y las exportaciones reclaman una gran cantidad de insumos que se compran al exterior, en términos netos no hay ganancia del comercio exterior, lo cual limita la creación de empleo.
Solucionar la precarización del trabajo en México es un objetivo económico y social, el ajuste al salario mínimo es una parte de la tarea a realizar, pero no es lo único, la salida al final requiere de una economía productiva que genere crecimiento desarrollo para todos.
*Director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico.