Contar con un sistema fiscal sencillo y equitativo es fundamental en materia de competitividad, pero también es de gran importancia lograr la mayor eficiencia posible en la asignación de los recursos públicos, aseguró el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).

Sin embargo, la reforma fiscal aprobada e instrumentada a partir de este año no muestra indicios de comulgar ni con la sencillez ni con la equidad. Elevar impuestos y crear otros como simple mecanismo recaudatorio, sólo refleja la incapacidad de generar un entorno de incentivos a la inversión, destacó en su informe semanal.

“Evidentemente continuamos con un sistema tributario complejo e ineficiente, lo cual se refleja en la percepción de que aspectos como la tasa impositiva en el país como porcentaje de las ganancias, tema en el que México ocupó el escalón 122 (en el ranking de Competitividad del WEF) al perder tres lugares, así como el efecto de los impuestos como incentivos del trabajo en el que nuestro país bajó 14 lugares para ubicarse en la posición 116, restan competitividad a México”.

Al comentar sobre el más reciente Reporte de Competitividad Mundial 2014-2015, del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés), el CEESP destacó que las propuestas, análisis y aprobación de las reformas estructurales no han tenido ese empuje en la confianza de los agentes económicos como tanto se afirma.

El deterioro en el ranking mundial, así como el constante ajuste a la baja en las expectativas de crecimiento, son ejemplos claros de la necesidad de mayores esfuerzos para consolidar el entorno de un mayor dinamismo de la actividad productiva del país y del bienestar de la población.

Un aspecto que puede ser preocupante, es que de acuerdo con los resultados del WEF, buena parte de los rubros que mantuvieron un comportamiento negativo, se relacionan con los resultados esperados de las reformas aprobadas.

Desde el año pasado el CEESP había comentado que mientras no se tuvieran cifras duras del beneficio de las reformas estructurales y de los avances en materia del fortalecimiento del estado de derecho, la opinión sobre el nivel competitivo de nuestro país no vería mejoras.

Sin embargo, se insistió en que la sola confianza en materia de análisis y aprobación de las reformas estructurales sería suficiente para que la percepción de las empresas sobre la situación competitiva del país fuera mejorando, lo cual por segunda vez, no fue el caso.

En su análisis semanal, el organismo indicó que el ejercicio del gasto es otro factor fundamental en competitividad y “seguimos considerados entre los países más ineficientes en la asignación de recursos”.

Por otro lado, las reformas no han podido, hasta ahora, ni revertir la mala calidad que padece el sistema educativo, ni la constante renuencia del magisterio a ser evaluados y poder conformar una plantilla docente mucho más preparada en función de las nuevas necesidades de aprendizaje en México.

En este contexto, el WEF colocó a nuestro país en el lugar 123 en materia de calidad del sistema educativo, cuatro posiciones por debajo de la evaluación del año previo.

Incluso el entorno macroeconómico, una de las principales fortalezas del país, también tuvo un comportamiento a la baja en el ranking del WEF, puesto que se ubicó en el lugar 65, un escalón debajo del sondeo de 2014.

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