Sin duda el primer año de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto ha sido uno de transformación, después de años de parálisis sin avances en áreas sustantivas que le dieran a México un impulso de competitividad. Toca el tiempo ahora en traducir esas reformas en acciones concretas, sobre todo en sectores muy rezagados y a eliminar los obstáculos al crecimiento del país.

Tal y como se preveía, la arquitectura de un gobierno más estructurado, con la instauración de elementos de control y con más perfil político, se logró en el arranque. Por primera vez el Pacto por México, aunque hoy a la deriva por la reforma energética, pudo sentar a la mesa después de década y media a representantes de los tres partidos mayoritarios y se pudo avanzar en la agenda legislativa.

Sin embargo, el contexto no ayudó. Las proyecciones económicas a nivel mundial fueron ajustadas una y otra vez a la baja a lo largo del año y la autoridad hacendaria en México redujo en cuatro ocasiones el pronóstico de crecimiento económico de 3.5% a 1.3% y para 2014 la perspectiva también se disminuyó a una cifra ligeramente superior al 3% y más alejada de 4%, que era el pronóstico inicial. En este ámbito, la tasa de desempleo tuvo el peor comienzo de los últimos dos sexenios, promediando 5% de la Población Económicamente Activa. Así se espera, que la creación de empleos este año sea, apenas de 470 mil y de 600 mil el próximo año, que es la mitad de lo que el país requiere.

Asimismo, el cambio de reglas del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) por una desafortunada política de vivienda de interés social en años anteriores, llevó a la quiebra a las grandes constructoras enfocadas en este nicho en el país. Así la meta de construcción de casas nuevas quedará por debajo en 37.5% este año, siendo que buena parte del crédito otorgado por el instituto fue para remodelar o ampliar casas ya existentes. El valor real de la producción de la empresas constructoras volvió a caer en septiembre pasado en 7.5%, contra el mismo mes de 2012, la peor caída en al menos los tres últimos años y la quinta consecutiva en éste, lo que representa un año perdido para este sector, con una caída de 3% en los primeros nueve meses del año.

De esta manera, se ha anunciado que se adelantarán planes de infraestructura y se iniciarán algunos procesos de licitación de 2014, a fin de que en las primeras semanas del año que entra puedan iniciarse las obras.

Este anuncio también busca compensar en algo el retraso en el ejercicio de la inversión pública en este tipo de proyectos, que se juntó con el cambio en política pública en materia de desarrollo de vivienda ya comentada, causaron estragos al sector y generaron un inesperado freno a la economía. Esto podrá lograrse con un monto superior autorizado en 14% al de 2013, en este tipo de proyectos. De hecho esta será la tónica de la reforma hacendaria, que término siendo una miscelánea fiscal para fondear con déficit público y deuda adicional un presupuesto históricamente alto.

Otro golpe importante a la economía, fue la tendencia del precio del petróleo que en lugar de subir, como en la última década y media comenzó a bajar, por lo menos a estancarse en términos nominales y con una producción y exportaciones a la baja; éstas últimas 10% menores en los últimos doce meses (de octubre del 2013, respecto a igual mes de 2012).

De esta manera, se puede decir que el foco del primer año de gobierno se centró en sacar las reformas estructurales de segunda generación. Si bien en materia laboral, educativa, de telecomunicaciones no se perciben cambios radicales, lo cierto es que muestran un cambio y la voluntad de hacerlo.

Ahora lo importante, radicará en su implantación y su mejora gradual en los próximos años. Así como no caer en los errores del pasado: en la trampa del excesivo endeudamiento y desequilibrios fiscales que nos llevaron a crisis económicas severas en el pasado y que estos dos rubros regresen en 2018, a niveles de donde están partiendo, como se tiene previsto.

La verdadera apuesta del sexenio es la que se gesta ahora con la aprobación de la reforma energética y posteriormente con la aprobación de las leyes secundarias en su proceso de implementación, ahí realmente se medirá la capacidad política y de operación de la actual administración. Lo cierto es que lo imperante ahora es remontar la atonía económica, ante los grandes desafíos sociales y de seguridad que enfrenta el país, y caminar gradualmente hacia una economía más sólida y estructuralmente mejor equipada en el futuro.

* Es coordinadora de la Maestría en Economía y Negocios y Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte.

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