Desde hace 18 años, Jorge Blasio tuvo la oportunidad de adentrarse en el mundo de la música. Sentado en una silla de madera en el salón en el que imparte clases de piano, en el Museo Casa de la Zacatecana, el músico recuerda que a muy corta edad su padre le obsequió un teclado y desde ese momento supo que este arte sería parte de su vida.

Originario de la Ciudad de México, Blasio encontró en los sonidos del piano un regocijo, pues le ha dado muchas satisfacciones personales.

Actualmente, el pianista participa en el Proyecto Aria, un trío que formó hace casi ocho años y con el que diariamente alegra a las personas que transitan por Plaza de Armas. El grupo ya cuenta con un disco y próximamente lanzarán otro material.

Por otra parte, Jorge comparte su pasión con todos aquellos que desean adentrarse en el arte de expresar sentimientos a través de las cuerdas del piano, ya que de lunes a viernes da cursos en el Museo Casa de la Zacatecana, con horarios vespertinos.

En entrevista exclusiva para EL UNIVERSAL Querétaro, Jorge habla sobre sus inicios y pasiones en este mundo musical, sus influencias y hasta confesó que uno de sus proyectos es sacar un libro.

¿Cómo nació tu gusto por la música?

—Fue gracias a mi mamá, ella conoce música de todo; desde chico me ponía sus discos y tenía una gran variedad; Víctor Yturbe El Pirulí, música francesa, italiana, los Beatles, todo esto ha sido mi influencia. Ella es de la Ciudad de México y creció en un ambiente de bohemia en Bucareli.

Luego de estas influencias que te legó tu mamá, ¿qué escuchabas después?

—A los 12 años me gustaba mucho el rock y escuchaba a Bill Evans, Oscar Peterson, Michel Petrucciani y fui recolectando todos esos sonidos que me llamaban la atención, también escuchaba música brasileña y el feeling cubano, por ahí viene Bebo Valdés, Chucho Valdés, Rubén —pianista cubano—; escuchaba de todo hasta a Paco de Lucía, me encanta el flamenco. El maestro de música Raúl Di Blasio fusionó su estilo a la música tradicional y he ido conformado todas esas mezclas de géneros lo para tratar de buscar mi propio estilo.

¿Cuál fue tu primer encuentro con un piano?

—En una ocasión acompañé a mi papá por trabajo a la Ciudad de México, estábamos en el centro y me llevaba de la mano, yo tenía como siete años. Esa vez llegamos al barrio de Tepito y me compró un teclado pequeño, no de juguete. Empecé a sacar de oído las canciones de demostración que incluía el piano, sin saber cuál era un do o un re; deduje todas las melodías de muestra, hasta que llegó un momento en el que mi papá se dio cuenta de que sí me gustaba y mi vecino me empezó a enseñar un poco.

¿Cómo es tu estilo?

—Es la fusión de todo esto, actualmente nos encontramos en distintos aspectos sociales y culturales que están en decadencia y tratamos de rescatar varios conceptos musicales que son los más fuertes de México; en Aria —el proyecto en el que ya llevó más de ocho años trabajando— tocamos música instrumental, huapango, huasteco, y si la gente escucha una guitarra, un piano y un violín, quizás se sorprenda porque también tocamos temas de Led Zeppelin, Agustín Lara, Manzanero, Deep Purple; todo esto ha sido un concepto de un músico fusionado.

¿Por qué elegiste el piano?

—Es un instrumento que no es fácil de tocar, ya que te exige y es muy humilde, es considerado como la madre de los instrumentos porque normalmente todo instrumentista termina estudiando piano; el sonido, el arte, el mueble que es el piano para empezar es maravilloso, las cuerdas son corchadas y los martinetes, me encanta cada pieza.

¿Cuáles son las experiencias que te han marcado?

—Hay un bolero que se llama “Mucho Corazón”, lo compuso María Elena Valdelamar para un ex novio que la dejó por ser pobre, un día en el restaurante donde trabajo en Plaza de Armas, llegaron dos señores muy bien vestidos, se sentaron enfrente de mí y uno de ellos me pidió la canción, me preguntó que si me sabía la historia del bolero y claro que me la sabía, él me dijo “ahora cuando toques esa pieza ya vas a saber quién fue el ex novio de la compositora·”, me quedé asombrado, fue una experiencia muy agradable.

Otro día en el restaurante terminé de tocar y escuché aplausos atrás de mí, por lo que volteé y di las gracias, era el actor Carlos Villagrán y también fue una experiencia muy buena porque halagó mi trabajo; trabajar en esta Plaza de Armas es un libro en el que puedes escribir 500 páginas y ese precisamente es otro de mis proyectos, escribir sobre lo que he vivido.

¿Cómo es tu proyecto Aria?

—Se empezó a concretar hace casi ocho años, en el que nos juntamos Óscar en la guitarra, Alejandro en el violín y yo en el piano, tocamos todos los días en Plaza de Armas, la gente ha reconocido nuestro trabajo porque nos renovamos y rescatamos esa riqueza que hay en la música de nosotros y del mundo, complacemos a todos los gustos, eso nos ha ayudado a mantenernos en ese lugar. Además tenemos un disco grabado y vamos por el segundo, todo es instrumental y creo que eso es lo interesante del proyecto, que pueden escuchar música de todo.

¿Cuál es tu percepción del trato que se le da a la música como cultura?

—En las grandes ciudades como Querétaro, que ya lo empieza a ser, es un monstruo que se está comiendo las raíces que tenemos, la gran urbe va devorando toda nuestra cultura, y a menos que te vayas a la provincia, que es donde encuentras esa riqueza musical, los pocos tríos que podemos ver caminando en el Centro Histórico, los ignoramos. Este ámbito está descuidado porque nos entretenemos con otras cosas y adoptamos nuevos estilos.

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