Rogelio Ramos lo volvió a hacer. Se presentó en el QBO de Querétaro y casi mata de risa a más de uno y los que no murieron se fueron con una sonrisa en el rostro que les duró dos días, por lo menos.

Se le conoce como el ‘Rey de la comedia’ y no es de gratis.

Ramos es uno de los pocos que tiene la gracia de contar monólogos hilarantes sin la necesidad de decir tantas groserías, nada más las justas, las necesarias.

Cuando pueda y quiera, por ejemplo, le recomiendo que vea su show sobre los artistas que admiran las esposas.

“No importa quién sea, si tu mujer dice que admira a alguien automáticamente es joto, si le gusta Alejandro Fernández, claro; ¿qué no sabes que tiene novio? le dices”, así va la broma, más o menos.

Para los asistentes de amplio criterio, se les recomienda el repertorio de cuentos, como por ejemplo, aquel de cómo nacen los niños y descubrir que no vienen de París.

Comediante, de sangre norteña, natural de la Comarca Lagunera, para más señas, festeja tres décadas de carrera.

De igual forma se presenta en bares, en shows con poca gente, como en teatros grandes, pequeños y medianos. Ramos cuenta chistes, baila y canta, feo y mal, pero canta.

Sus presentaciones abarcan el país, en todo México, pero también se ha extendido a Estados Unidos y a otros países como la isla de Cuba y Panamá.

Pero si realmente se quiere divertir, exija a Ramos, cuando pueda o quiera, el show sobre los cholos y sobre los hombres de costumbres raras. No tiene abuela, como se dice.

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