Personalidades como el flautista Horacio Franco; Vina Revueltas; el abogado Adolfo Voorduin; Hilda Espinosa, indígena triki de Oaxaca; entre otros personajes, han sido retratados por Gabriel Pineda, quien ha logrado revelar su alma y luz interior en la exposición “Seres de luz”, que actualmente presenta en el Museo de la Ciudad de Querétaro.

Con una técnica basada en la sobreexposición surgió esta colección que reúne 60 imágenes. En el Museo de la Ciudad se exponen 15 fotos, para el 15 de mayo se presentará parte de la serie en New Jersey y el 30 de mayo en Nueva York.

“Yo soy un fotógrafo que soy muy inclusivo”, afirma Gabriel Pineda porque en “Series de luz” presenta a escultores, escritores, abogados, músicos, amigos, familiares como Marisela Pineda, hermana de Gabriel, y a empleadas del servicio doméstico, como Hilda Espinosa, indígena triki de Oaxaca.

“Lo que estoy buscando es que la gente vea un sentimiento, una verdad y un ser humano maravilloso, tan común como el que limpia la casa o el que toca la flauta por todo el mundo. Estamos viendo a un ser humano maravilloso, así es como califico mi obra, como la oportunidad de llegar al alma de las personas que fotografío”, explica el fotógrafo a EL UNIVERSAL Querétaro.

DEL PAISAJE AL RETRATO

Durante los últimos nueve años, Gabriel Pineda se ha dedicado a la fotografía en “cuerpo, corazón y alma”. Empezó como paisajista, capturando la esencia de la India, Egipto, Jordania, Marruecos, La Patagonia y México.

Luego trabajó en los retratos. “Después empecé a hacer fashion y empecé a fotografiar a los modelos, los hombres y mujeres más guapos de México, Venezuela, Argentina, España, pero eso fue un trabajo del que no me siento orgulloso, porque es un trabajo superfluo”, revela por primera vez.

Continuó con los retratos pero con un fondo más social. “Yo me quedo”, es el título de una serie basada en las mujeres indígenas de Tlaxcala. “Un trabajo maravilloso que hice con Malena Díaz, quien realizó esculturas textiles, y se llama ‘Yo me quedo’ porque son las mujeres que se quedaron porque sus esposos, su familia, se fueron a Estados Unidos como migrantes”.

“Hice una fotografía sobreexpuesta, había hecho muchas fotografías sobreexpuestas en mi vida, pero esa me gustó, como que mi madurez como creador, como fotógrafo ya estaba en su punto. Entonces, supe aprovechar un defecto de la cámara y de ahí nació el primer ser de luz, por eso se llama ‘Seres de luz’ la exposición”, relata.

También ha desarrollado un trabajo íntimo con la cámara, pues es capaz de ver y revelar en la imagen la luz y el alma de las personas que accedieron a ser retratados.

“Me tardé ocho años para poder entrar en el corazón y en los sentimientos de mis fotografiados. Si ves no hay ninguna fotografía con gente sonriente, pero si observas en los ojos puedes entrar, ves el alma; un amigo me dijo eres como el psicoanalista de la imagen, porque en tus obras se ve el alma”, agrega.

Entre los planes que tiene el fotógrafo está el hecho de exponer en el mes de mayo otra parte de “Series de luz” en New Jersey y Nueva York, además de continuar trabajando con esta técnica de sobreexposición, con nuevos seres de luz.

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