Desde hace 23 años, María del Rosario Morales Elizondo llega a los portales de la calle Independencia, con su escritorio público. Es la última “evangelista” de la zona y tal vez de Querétaro. Aunque su trabajo bajó con las nuevas tecnologías, considera que tiene vida para rato.

Su figura ya no es muy usual como lo era antes, donde mucha gente acudía para que le escribieran una carta de amor, una misiva a lo padres en otros estado del país o incluso una petición de mano, pero aún hay quienes acuden a María del Rosario en rescate del género epistolar.

Sentada tras una máquina de escribir, que muchos jóvenes, cuenta, ven como un aparato de la antigüedad o como una leyenda urbana, la mujer se define como escribano o evangelista, “como normalmente nos conocen”.

Toma un cigarrillo, da una fumada profunda, suelta el aire de manera pausada y recuerda que antes, cuando ella llegó hace 23 años, había tres personas más trabajando ahí, pero se fueron retirando, dejándola a ella.

“Tengo entendido que soy la última persona que queda con este trabajo en Querétaro. Ha bajado bastante el volumen de trabajo [con las nuevas tecnologías] pero gracias a Dios muchas personas vienen a que les haga los trabajos. Posiblemente sea porque ellos no saben cómo redactar una petición a las diferentes dependencias, al gobernador, al presidente de la República, al presidente municipal. No saben cómo hacer una contestación a una demanda, una carta de recomendación, una constancia de ingresos”, asevera la mujer mientras juega con la tecla que bloquea las mayúsculas en su máquina de escribir.

Morales Elizondo asegura que no es lo mismo hablarle a una máquina que a una persona, por lo que los sentimientos se pueden expresar más cuando se platican de manera directa. Explica que ella redacta las peticiones que las personas van a hacer de acuerdo a cómo ve a su cliente.

Dice que la cantidad de personas que acuden a solicitar sus servicios es muy variable, pues como pueden existir días en los que acuden siete u ocho clientes, hay ocasiones que sólo son dos o tres. “Días más o menos buenos, días regulares y días muy malos”.

María del Rosario trabaja de lunes a viernes de las 10:00 a las 15:00 horas, que es el horario de las dependencias de gobierno, durante el cual hacen la mayoría de sus trámites.

Es madre de tres hijos, quienes hacen ya su propia vida, pero siempre regresan a ella en caso de alguna apuración, comenta con una sonrisa.

Indica que aún existen personas que llegan a solicitar que les escriba una carta personal, a una novia, esposa o “detalle”, pero es lo menos, pues la mayoría son cartas de recomendación, constancias de ingresos, llenados de formas, permisos para el transporte de mercancías, de maquinaria, que son clientes frecuentes, al ser permisionarios de transporte.

Entre los trabajos que más llamaron su atención, recuerda que una persona acudió a ella de una comunidad de la entidad, para solicitarle una carta para una petición de mano.

“El señor me platicó... imagino que era viudo, no me lo dijo, que era una señorita que lo atendía, que le llevaba sus alimentos y que quería ver si los papás, porque en ese entonces vivían los papás de la señorita que era mayor de edad, le concedían la mano de la señorita y él se comprometía a darles sostén a los padres de la muchacha, para que ella ya no tuviera que hacerles sus alimentos, que ella fuera su esposa, porque él quería casarse con todas las de la ley”, abunda.

Agrega que el señor era mayor de edad, muy formal, y del cual nunca volvió a saber, ya que en muchas ocasiones los clientes, agradecidos por el trabajo realizado, regresan a darle las gracias, pero en este caso no fue así.

Incluso, comenta que muchas personas del vecino estado de Guanajuato llegan a solicitar sus servicios para un asunto especial, sobre todo de ciudades como Irapuato y Celaya, donde no hay evangelistas.

Apura el cigarrillo, lo apaga en el cenicero y reanuda el diálogo. Menciona que se ha perdido en las nuevas generaciones la disciplina de escribir y de usar una máquina de escribir, donde se requiere de una mayor destreza para redactar algo que en una computadora, que por la misma tecnología es más sencillo si se equivocan.

Egresada de la carrera de Comercio, dice que siempre se desempeñó en la administración pública como secretaria y en algunas empresas privadas.

Apunta que en alguna ocasión unos jóvenes pasaron frente a su escritorio y les llamó la atención la máquina de escribir, ya que la veían como si fuera un objeto de museo.

Comenta que llegó a este trabajo por cuestiones del destino, después de perder su empleo en una notaría donde trabajaba, y aunque quiso regresar al lugar, no pudo.

Destaca que gracias a Roberto Servín, quien fue cronista municipal, fue que incursionó en el oficio.

Apunta que ve con optimismo el futuro, a pesar de los avances de la tecnología, de que cada vez menos personas recurren a sus servicios y cuando las dependencias de gobierno ahora usan los servicios en línea.

“Hay veces que algunos abogados vienen a que les haga algunas transcripciones que lo necesitan a máquina y no a computadora. Entonces espero seguir teniendo trabajo, porque es mi única fuente de trabajo que tengo para mi sostén”, concluye.

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