El saludo.

Querida “R.” Espero queestés de maravilla y cada vez más consciente de que esta es la única vida que tienes para vivir. Por lo tanto, también cada vez más atenta al universo de cosas sobre las cuales eliges y tendrás que elegir a lo largo de tu vida; incluyendo, por supuesto, los destinos de “La Cosa Pública”: quién pretende dirigirlos hacia dónde pretende llevarlos y qué papel jugarás tú al elegir entre quienes aspiren a conducirlos.

El mensaje.

Es importante que te advierta algo. “La Cosa Pública” se alimenta de las elecciones, porque en ellas revela y dinamita su propio ADN: “la percepción”. Esa percepción que te hace creer que “lo que parece, es”; la misma con la que te gobierna, te seduce e, incluso, te desalienta.

Una y otra vez, “La Cosa Pública” pretenderá sembrar en tu mente —y en tu corazón— emociones, visiones y esperanzas por cumplir. Intentará convencerte por medio de encuestas —pagadas y por cobrar—, estudios de opinión y opinadores a modo; te distraerá ocasionalmente con “cajas chinas”; te “bombardeará” con jingles, spots y bots, intentando convencerte a fuerza de repetición. Y sí, he de aceptarlo, también por medio de discursos; muchos, largos y muy aburridos discursos.

A estas alturas, ya habrás advertido que las elecciones mantienen una narrativa lo mismo bicolor y bipolar: lo nuevo y lo viejo, chingones con “X” y chingones sin “X”, segundos pisos y pisos por derrumbar, “canayines” y “damas de hielo”, y, por supuesto, mafias: muchas mafias del poder.

El clímax de este juego de percepciones te lo ofrecerán los debates; pero, por extraño que te resulte, estos ejercicios —quizá “espectáculos”, pero no por ello menos espontáneos— representan también una oportunidad invaluable en tu elección. Así que por favor velos las veces que sea necesario, afina tus sentidos, agita tu entendimiento, distingue entre arengas y razonamientos, verdades y mentiras (y posverdades), contrasta entre las visiones que te proponen —por escasas que sean las propuestas— y decide, por favor decide. Recuerda que la ausencia de respuesta es una respuesta; y que la no elección, ya es una elección.

Por lo pronto, enfoca toda tu atención en hacer de ésta, de la próxima, de la inmediata, tu mejor elección: la más informada, la más razonada, la más responsable. Pues, como decía Octavio Paz: “una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos”.

La despedida.

Querida “R”. Vendrán muchas y seguramente más importantes elecciones en tu vida. Por ahora, bien harás con recordar que tu elección es una decisión y, como tal, debe ser resultado de tu deliberación razonada para ser verdaderamente capaz de comprometer, siempre, tu querer.

¡Hazlo! Sé protagonista de tu única vida y de tu ciudadanía: comprométete, elígete y haz tu mejor elección; créeme, al hacerlo, tomarás mejores decisiones en tu camino y contribuirás a sanar “La Cosa Pública”.

La firma.

Tu amigo: “El Discursero”.

P.D. En espera de una próxima carta, deshazte del sobre amarillo.

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