La consulta del pasado domingo no deja elemento alguno para la sorpresa. Como se esperaba, hubo muy poca participación y una votación casi unánime por el SÍ. Si bien debe reconocerse que por primera vez se llevó a cabo este ejercicio de democracia participativa, fue quizá el uso político-partidista que se hizo del mismo, lo que explica que, en la práctica, se convirtiera en un concurso de popularidad poco taquillero.

El domingo acudieron a emitir su opinión 6 millones 663,208 electores; equivalente al 7.11% de la lista nominal. El estado con la participación más baja fue Chihuahua con 3.06% y la más alta se registró en Tlaxcala con el 11.66% del electorado. La distribución de la participación da cuenta de algunos elementos interesantes.

En diez de las doce entidades con una participación superior a la media nacional Morena y sus aliados obtuvieron la mayoría de los votos en diputaciones de mayoría relativa el pasado 6 de junio; en algunas de ellas, como Tabasco, con más de 45 puntos porcentuales de diferencia con respecto a la votación por la coalición opositora. En los dos casos restantes —Ciudad de México y estado de México— si bien en la elección federal se puso en duda el predominio de Morena, (obteniendo ambas coaliciones prácticamente el mismo porcentaje de votos en la elección federal) en la consulta, aportaron el 27.1% del total de votos. Es en estas doce entidades donde parece haber una correlación entre la aprobación —del presidente y de Morena—y la participación.

Sin embargo, el voto no se comporta igual en todos los estados. En las veinte entidades restantes —donde la participación estuvo por debajo de la media— podemos distinguir tres categorías. En primer lugar, aquellos estados donde la oposición a Morena ganó por más de 15 puntos porcentuales en la elección federal de junio pasado —Nuevo León, Querétaro, Yucatán, Guanajuato, Chihuahua y Coahuila—; la concentración del voto opositor en estas regiones del país podría explicar la escasa participación en la consulta. En el segundo grupo están Jalisco, Durango, Tamaulipas, Michoacán, Zacatecas y Baja California Sur, entidades con lógicas políticas muy diversas, pero donde ambas coaliciones tuvieron un peso electoral similar el 6 de junio y donde pocos incentivos para acudir a votar y un apoyo a Morena aún no consolidado podrían explicar la baja participación. Sin embargo, es el tercer grupo el que resulta más interesante, incluye los estados donde la coalición encabezada por Morena ganó por más de 11 puntos porcentuales en la elección legislativa y cinco de las once gubernaturas que obtuvo Morena el pasado 6 de junio —Sonora, Sinaloa, Quintana Roo, Colima, Nayarit y Baja California. Claramente, el arrastre en la elección por las gubernaturas no pareció reflejarse en la participación en la consulta.

La inmensa diferencia entre los 18 millones de votos que obtuvieron Morena y sus aliados en la elección legislativa del 6 de junio y los poco más de 6.6 millones de votos en la consulta solo sorprende si partimos del prejuicio de que la aprobación del presidente López Obrador es suficiente para movilizar un electorado diverso y complejo. Es ahí donde reside el principal aprendizaje de este ejercicio.

Twitter: @maeggleton

1 San Luis Potosí estaría también en esta categoría aunque, en ese caso, Morena y el PVEM contendieron por separado en la elección por la gubernatura.

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