Cada tres años se dice que el proceso electoral en curso es el más grande de la historia. Esto es resultado del crecimiento del padrón electoral por la incorporación de nuevos votantes y de la reforma de 2007 al artículo 116 constitucional que establece que las constituciones y leyes de los estados en materia electoral deben garantizar que las elecciones se lleven a cabo de manera concurrente con la elección federal. Esta reforma incrementó el número de elecciones locales que coinciden con las federales, pasando de 10 en 2006 a 32 en 2021.

El 2 de junio, además de la elección presidencial y la renovación del Congreso de la Unión, se llevarán a cabo elecciones en las 32 entidades.

Se elegirán ocho gubernaturas y la jefatura de gobierno de la CDMX; las legislaturas locales en 31 entidades (sólo Coahuila no renueva su Congreso local); ayuntamientos en 29 entidades y alcaldías en la Ciudad de México (sólo Durango y Veracruz no eligen autoridades locales). Además, Campeche y Tlaxcala eligen un cuarto orden de gobierno.

En total se elegirán 629 cargos federales y 20 mil 067 locales: ocho gubernaturas, una jefatura de gobierno, mil 099 diputaciones locales, mil 786 presidencias muncipales, 16 alcaldías, mil 975 sindicaturas, 14 mil 547 regidurías, 204 concejalías y 431 representaciones del cuarto orden de gobierno.

¿Por qué es relevante el tamaño de la elección? Porque la participación electoral de la ciudadanía está vinculada con la llamada motivación instrumental, esto es, la percepción de las y los ciudadanos de que sus acciones inciden (o pueden hacerlo) en el resultado de la elección. Esta percepción es especialmente potente en elecciones donde se percibe que el margen de victoria será estrecho, haciendo que cada voto cuente más perceptiblemente. En contextos donde la competencia es cerrada y el resultado incierto, la ciudadanía tiene más incentivos para participar.

Sin embargo, la motivación para votar también varía en función del tipo de elección. Las elecciones ejecutivas atraen mayor atención que las legislativas, debido a la visibilidad y el poder concentrado en los cargos, especialmente cuando se trata de la presidencia de la República. En contraste, las elecciones legislativas, aunque cruciales para la creación de leyes y la fiscalización del ejecutivo, a menudo no generan el mismo nivel de interés público como resultado de la percepción de menor impacto inmediato en la vida de los ciudadanos. Además, la relevancia percibida de una elección puede diferir significativamente entre las elecciones nacionales y las subnacionales. Las elecciones nacionales suelen ser vistas como más importantes que las subnacionales, a pesar de que éstas últimas tienen un impacto directo en la vida cotidiana de la ciudadanía. Sin embargo, cuando se enfrentan procesos electorales de la magnitud de éste, aunado a problemáticas urgentes y específicas, como la crisis de seguridad, las preocupaciones locales pueden predominar y movilizar al electorado de manera significativa. Habrá que analizar caso por caso.

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