Mal y de malas andan quienes en ejercicio de su derecho de asociarse han decidido integrarse a un partido político. Parece ser que la membresía es más un lastre que un privilegio para quienes toman la decisión de pertenecer a un partido. Como ejemplo, esta semana tocó el turno a los aspirantes a integrarse como ministros de la SCJN que tienen filiación partidista.
Militar en un partido es hoy decisión de alto riesgo. Funcionarios con buenos resultados son despedidos por pertenecer al partido que deja de gobernar. Esto ocurre en todas las alternancias de municipios, estados y Federación, salvo acuerdos de alto nivel. Sin embargo, quienes no pertenecen a ningún partido y ocupan cargos suelen ser considerados para quedarse en sus puestos, reubicarlos o incluso promoverlos.
Se castiga al militante, se cuestiona si se les mantiene en el puesto, pero quien no milita tiene probabilidades de permanecer e incluso crecer política y administrativamente. En lo federal por ejemplo, funcionarios que permanecieron en primeros niveles de la administración pasada no son militantes de partido, como es el caso de José Antonio Meade, secretario de Hacienda en la administración federal panista, Rodolfo Tuirán, quien incluso ocupó el cargo de secretario de Educación en el último tramo de Felipe Calderón y Mikel Arreola, que fue y sigue siendo Comisionado de Cofepris, por mencionar algunos. La moraleja parece ser que para permanecer o crecer no debes pertenecer a partido político alguno. Existe el lado oscuro de esto, que sería que sólo por militar en partido político seas contratado a pesar de tu notoria incapacidad, lo cual pasa.
A pesar de lo anterior, siempre existía una trinchera para los militantes: las postulaciones para candidaturas a los puestos de elección popular. Sin embargo ese círculo se ha visto traspasado. En el caso del PAN, en sus primeras cinco décadas tuvo que abrirse a la ciudadanía para que personas de la sociedad civil se sumaran como candidatos. Había que ir por ellos a su casa, lo cual explica que este partido sea quien históricamente ha recurrido más a las llamadas candidaturas externas. Hoy que la militancia del PAN está cerca de los 500 mil miembros, se supondría que estos cuadros formados bajo una ideología del humanismo político serían la cantera para postular a sus candidatos, pero el discurso y la práctica son otras: la de salir a buscar perfiles fuera del padrón. Esto no es una mala práctica, sin embargo se ha abusado de ella, regalando posiciones plurinominales a personajes que al terminar ni las gracias dan, haciendo papeles discretos, tibios e incluso votando como independientes sin comprometerse con las causas que los postularon.
Ahora tocó el turno también a destacados militantes priístas y panistas que aspiran a llegar a la Suprema Corte de Justicia. Se habla del senador con licencia Raúl Cervantes y de Santiago Creel como cartas fuertes, pero el pecado de ambos es pertenecer abiertamente a un partido, lo que los está convirtiendo en políticamente inelegibles. Ambos buenos abogados, con experiencia no sólo como litigantes sino en los grandes temas nacionales, pero hoy su futuro para vestir la toga se ha complicado, no tanto por no tener carrera judicial sino por ser cuadros de partido.
Hoy existe una cantidad de posiciones federales y estatales donde ser militante partidista es un impedimento legal para ocupar cargos, sin que en muchas ocasiones tenga lógica que se les excluya. Si a esto sumamos los casos en que no es bien visto por la opinión pública tener membresía política, con o sin razón, para ocupar un cargo y la nueva necesidad de los partidos de competir políticamente con perfiles no militantes y más ahora para presentar frentes ante los candidatos independientes, seguro se tendrán que poner en una balanza los millones de registrados a un partido en México, la conveniencia de ser miembro, tomando en cuenta obligaciones, derechos y limitantes jurídicas y de facto.
Si bien quien milita no debe de buscar siempre un bien personal, parece que hoy hay más limitaciones que oportunidades para ellos, convirtiendo a los militantes en los apestados del cuento.

Abogado con maestría en Políticas Públicas

@maximilianogp

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