Desde hace varios años, Valerio Gámez recibe atención en el Hospital General de Querétaro y nunca había vivido una situación de discriminación por ser VIH+, hasta el pasado 22 de marzo, cuando ya listo para entrar a la cirugía de hernia inguinal, el médico a cargo suspendió la operación, argumentando que su condición de VIH+ lo ponía en riesgo a él y a su equipo médico, cuando Valerio lleva puntual tratamiento, tiene una carga viral indetectable e intransmisible, “eso quiere decir que no puedo trasmitir el virus”, explica en entrevista con EL UNIVERSAL Querétaro.

El 23 de marzo, el queretano hizo público el incidente, tras analizar lo ocurrido y rememorar que el médico mostró una actitud hostil desde la primera vez que lo recibió, momento en que sólo con verlo de lejos diagnosticó la hernia inguinal y dio paso a ordenar estudios.

Valerio cumplió con  lo solicitado: electrocardiograma, ultrasonido, química sanguínea y revisión con otros especialistas; en diciembre de 2022 fue su cita con el cirujano y  se fijó la fecha de la intervención.  “El doctor Salvador Ignacio Serrano, él pidió los estudios necesarios para la operación y él tenía o tuvo que haber revisado los estudios que decían que era apto para cirugía y sólo así es que él me podía dar fecha para cirugía, no hay otra manera, si faltaba un estudio o si en los estudios hubieran aparecido una complicación de otra índole, no la hubiera dado”.

El 24 de marzo, pese a que la  hernia le causa molestia al caminar, acudió a poner una queja por discriminación y negligencia médica, ante la Defensoría de los Derechos Humanos en Querétaro. Además, ya estudia la posibilidad de llevar la denuncia ante otras instancias.
Busca que el caso se investigue y  se tomen cartas en el asunto para que hechos de esta  índole no vuelvan a ocurrir, porque lo que vivió “a todas luces fue un acto de discriminación”.

“De los cinco pacientes que estábamos en el pasillo de quirófanos, canalizados, sin ropa, en bata, descalzos, con la gorrita de quirófano, a nadie se le preguntó si era VIH+, o si tenía alguna enfermedad contagiosa, sólo a mí; inclusive había una persona del Cereso, estaba esposado; y a todos, su  médico fue por cada uno y los pasaron a quirófano, el único que se quedó afuera fui yo [...]”.

El médico a cargo de la cirugía pedía las notas de la carga viral. Valerio tiene tratamiento, está controlado, con carga viral indetectable e intransmisible. Y aún así contestó a todas las preguntas que le hizo el cirujano.

Tras suspender la operación, el  médico le dijo a Valerio: “después de que traigas esta nota de infectología, vuelve a hacer tu procedimiento y te operamos. Lo dijo de manera cínica. Obviamente lo que quiero es ser operado de manera segura y digna en el hospital del cual soy usuario, los que vamos al Hospital General es porque es nuestra opción de salud, y merecemos un servicio digno y respetuoso”.

Además, tras la cancelación, el cirujano y su equipo  se retiraron, dejando solo a Valerio en el pasillo de quirófanos, en bata, descalzo y canalizado,  y pese a la insistente petición a las enfermeras  para que lo ayudaran,  ahí permaneció por dos horas.

Ahora que recuerda lo sucedido, lo describe como un hecho denigrante que anímicamente lo afectó. “En otra etapa de mi vida no hubiera podido reaccionar de esta manera, no me hubiera dado el ánimo de hacer la denuncia, porque al hacerla tengo que dar a conocer mi estado de VIH+ y  es algo que tampoco se vale, en este momento estoy fortalecido para decirlo, pero me costó mucho tiempo asumirlo [...] Y a cuánta gente le harán lo mismo y no hace una denuncia porque no tiene la fortaleza emocional”.

Para esta cirugía, Valerio esperó tres años. Su doctora de infectología lo mandó a interconsulta, para que valoraran la molestia inguinal. El primer médico que lo atendió realizó una revisión física y determinó la cirugía, pero por la pandemia se canceló. Hace un año, el artista reinició el proceso, pero no le tocó el mismo médico.
Ahora tendrá que volver a  iniciar todo, una nueva cita, otros estudios, un largo proceso, calcula  que serán  ocho meses o un año para ingresar  al quirófano.

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