Ángel disfruta de la tarde sentado en la sala de su tía mientras observa el televisor. Pese al calor que se percibe en el ambiente, conserva un sombrero que le cubre parte de la cara. Tiene 6 años cumplidos.

Cuando de televisión se trata, su programa favorito es “La Voz Kids”, un concurso de talentos en el que participan niños de su edad que destacan, entre otras cosas, por sus cualidades de canto. Al ver la transmisión, el pequeño espectador apoya a una chica de nombre Rosario.

Ángel cursa el primer grado en la primaria que se ubica en su comunidad, Piedras Lisas. A la hora de hablar de su escuela, lo primero que recuerda es que se ubica por donde está la casa de su amigo Huicho.

Lo que más le gusta del colegio, dice, es que su maestra lo ponga a colorear. Lo que menos, que le dejen hacer sumas. La mayoría de los días tiene ganas de ir a la escuela.

Piensa en cuando sea grande y señala que le gustaría ser doctor. ¿Por qué? Para curar a los demás y ayudar a las personas que estén enfermas. Asegura no tenerle miedo a los médicos, con quienes a menudo lo llevan.

Se acuerda de hacer realizado estas visitas cuando tiene gripa, cuando le duele el estómago, cuando le pasa algo en los pies o cuando se pega en alguna mano. Dice que todas las veces lo tratan bien.

Cuando sale de la escuela juega con sus dos hermanos y con su prima. “Es que tenemos una casita en el patio de mi má. Ahí jugamos a las casitas. Luego nos aburrimos y vemos la tele”, explica.

Con sus demás amigos juega a “las trais”, a los encantados, y también al futbol. Ambos juegos le gustan porque corre y se divierte, aunque en el futbol a veces se queda a cuidar la portería. Los fines de semana visita a su abuelita un rato y luego se está en su casa viendo la tele. A veces aprovecha que no hay escuela para levantarse tarde, y otras veces se despierta temprano.

Le agradan los perros y los gatos. Los coches no le llaman la atención, pero los aviones sí. “Me gusta todo de este lugar”, dice, al referirse a su casa y a la comunidad en que vive. No cambiaría nada de ahí porque “no viviría a gusto”.

El papá de Ángel trabaja construyendo casas en el estado de Oklahoma. Le gustaría visitarlo, aunque a menudo habla con él por teléfono.

—¿Qué te imaginas que hay allá?

—Una ciudad muy bonita… algo como precioso.

—¿Qué piensas de que la gente se vaya a Estados Unidos?

—Que les va bien en el trabajo y que les pagan bien.

Sostiene, para luego correr en busca de su peluche favorito de perro.

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