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Jamás hemos pensado en dejar (la búsqueda). Son nuestros hijos. Cómo vamos a dejarlos, y luego viendo tantas mentiras, tanto que nos quieren engañar”, afirma Blanca Luz Nava Vélez, madre de Jorge Álvarez Nava, de 19 años de edad, uno de los 43 estudiantes de la escuela normal “Isidro Burgos”, de Ayotzinapa.
Ella, junto con Maricarmen Mendoza, madre de Aníbal Cruz Mendoza, también desaparecido hace 20 meses, están en Querétaro para pedirle a la sociedad que no olvide que sus hijos siguen ausentes.
Señalan que la esperanza de encontrar a sus hijos es lo que las mantiene de pie y en lucha, pues tienen la confianza de encontrarlos con vida, y si fuese así, por lo menos quieren saber la verdad de lo que pasó aquella noche de septiembre de 2014.
Blanca Luz, ama de casa, casada con un hombre del campo, señala que no piensa flaquear en su propósito de localizar a su hijo, al tiempo que indica que gracias a las organizaciones sociales que los apoyan pueden recorrer el país, aunque estos grupos también sean víctimas de persecución en sus estados.
“Hemos venido varias veces aquí, y yo veo que sí, la gente nos apoya. Hay solidaridad de parte de la sociedad, por eso estamos aquí. Nuestras luchas son conjuntas, son hermanas. Están solidarizados con nosotros y hay apoyo mutuo”, precisa.
Ambas afirman que todos los padres de los 43 jóvenes desaparecidos la noche del 26 de septiembre de 2014 han dejado de luchar por conocer el paradero de sus vástagos, y piden que no se deje de presionar a las autoridades.
Blanca Luz indica que “todo esto nos ha cambiado demasiado. Antes yo estaba en mi casa, me dedico al hogar. Mi esposo es campesino, él trabajaba en el campo y yo solo me dedicaba a hacer la comida, atender a mis hijos. Ahora tuve que dejar mi casa, a mis hijos, mi vida en casa. Estamos viviendo en la Escuela Normal, ahí estamos, desde que pasó esto”.
Agrega que no solo lo afecta a ellos como padres, sino también a sus abuelos, quienes están enfermos y les afecta cada vez que se dan noticias falsas sobre el paradero de los jóvenes desaparecidos.
“Nos tenemos que hacer fuertes, para que no vean que nosotros también estamos tristes. Darles ánimo también a ellos. Esto nos ha afectado demasiado, muchísimo. Como siempre hemos dicho, nosotras como madres nunca dejaremos de buscarlos”, explica.
Añade que su dinámica familiar se ve afectada con sus otros hijos, a quienes deben dejar con sus abuelos o solo, cuando son mayores, además de que dice que en un principio recibieron ayuda psicológica para sobrellevar la ausencia de sus vástagos.
“Nos ayudó un poco, porque antes nosotros nos dedicábamos solo a puro llorar. Llore y llore, pero los psicólogos nos empezaron a dar pláticas, consejos. Que debíamos comer para poder luchar por nuestros hijos, porque no queríamos ni comer, no queríamos nada. Entonces nos decían que si no comíamos nos íbamos a enfermar y quienes iban a buscar a nuestros hijos, y así fuimos agarrando todo esto para fortalecernos, y aquí andamos”, subraya.
Recuerda que cuando su hijo llegaba una hora tarde de la escuela se preocupaba, ahora se pregunta cómo ha podido soportar 20 meses de incertidumbre.
Piden dar seguimiento. Las dos madres de los jóvenes precisan que piden a las autoridades que le den seguimiento al trabajo realizado por el grupo de expertos internacionales, pues creen que dejar totalmente en manos de instancias gubernamentales las investigaciones sería un retroceso.
Señalan que luego de tantas versiones encontradas por parte de las autoridades judiciales minaron la confianza que tenían en las mismas, por lo que sería mejor contar con la presencia de instancias y expertos internacionales, para conocer el paradero de sus hijos.
“No hay una prueba contundente que diga que nuestros hijos están muertos. Mientras no haya una prueba nosotros los buscamos vivos, pero nosotros queremos la verdad, que nos digan (las autoridades mexicanas) dónde están nuestros hijos”, subrayó Blanca Luz.
Ambas comentan que muchos escritores se han acercado a ellos para conocer sus testimonios, pero no han tenido “cabeza para eso”.
