Veo como nunca descompuesto el sistema político nacional, cada vez se invierte más en tener instituciones confiables y cada vez se cree menos. Hay violencia, acarreo, sobornos, en fin, lo que antes sólo lo hacía de un lado, ahora lo hacen todos y lo peor de todo, es que nadie cree en los resultados, ni los mismos ganadores. La pregunta es: ¿Hasta dónde va a llegar esto? ¿Llegará el momento que todo mundo crea en el proceso y en el resultado?, yo creo que será muy difícil lograrlo pronto, si se hace lo mismo, se obtiene lo mismo.

Lo que sí creo es que las campañas cada vez requieren más dinero, salen exageradamente caras, el voto se encarece cerca del 300%. Lo invertido en el Estado de México seguramente es una cifra monstruosa y además habrá que pagar los favores. Es ahí donde todo pierde objetividad, no gana el mejor candidato, ni el que luce mejor en la boletas nada más, sino el que puede obtener recursos para cubrir todos los gastos, el que cuenta con una organización que le permita tener gente en todas las casillas, el que cuente con un equipo capaz de movilizar a la población a votar, el que tenga el equipo que cause grandes problemas al contrincante y también el que tenga  el equipo defensivo que impida al otro hacerle lo mismo. Es una gran estructura que hay que pagar, por eso se necesita mucho apoyo y, entonces, se vuelve un círculo vicioso que desprestigia a todo el proceso y pierde credibilidad.

Por cierto, lo que hay que reconocer es a los candidatos independientes para las gubernaturas de Coahuila y del Estado de México, Javier Guerrero y María Teresa Castell, que lograron más votos que muchos partidos que sólo “chupan” presupuesto y su única manera de sobrevivir es yendo en alianza con los grandes. Los independientes lograron pocos avances, algunos pocos municipios nada más.

En colaboraciones anteriores comentaba que el ganador del PAN iba a ser Ricardo Anaya y la perdedora Margarita Zavala, creo que me equivoqué con el triunfador, Rafael Moreno Valle, quien salió bien al evitar meterse en medio de la disputa de los otros dos, conflicto que sin sentido lógico inicio la esposa del ex presidente Felipe Calderón, quien según dejó entrever hasta podría salir del blanquiazul. Los proyectos personales sobre todas las cosas.

Del lado del PRI, su dirigente Enrique Ochoa hasta podrá sobrevivir por el solo hecho de que ganaron, aunque se dejen a un lado las estadísticas electorales y la gran pérdida de votos. Fue un triunfo pírrico. Esto puede dejarlo a cargo del proceso 2018, lo que congela a los que ya se sentían despachando en Insurgentes, como el ex mandatario estatal José Calzada aunque para él sigue viva la posibilidad de que tenga que ganar su lugar en el Senado haciendo campaña y caminando el estado.

Del lado de Morena, queda claro que sólo existe gracias a Andrés Manuel López Obrador, y lo que haga o deje de hacer será lo que le suceda en el siguiente proceso y que si no logra una alianza la tendrá muy difícil.

El PRD demostró que su fuerza es de acuerdo a con quien vaya en alianza. Si en el Estado de México hubiera ido en alianza con el PAN y con Juan Zepeda de candidato, otro gallo hubiera cantando, y se hubieran metido a la pelea por el triunfo. Si en Coahuila hubieran logrado acuerdo con Acción Nacional, Guillermo Anaya seguramente  hubiera sido el ganador; así que para 2018  venderá caro su amor.

Una duda que me surge es porque los gobiernos municipales tratan de pagar deuda. Deber no hace daño y el flujo de muchas entidades es bueno y pueden pagar, así que pueden destinar los excedentes a obras en vez de pagar adelantadamente el capital de créditos y continuar la deuda en niveles adecuados, haciendo más obra y beneficiando a la sociedad; hay que perderle el miedo a tener préstamos.

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