En el juego político, como en la vida misma, el caballo que alcanza al que lleva la delantera, llega primero a la meta y se lleva la victoria. Y en el escenario electoral mexicano, a medida que se acerca la fecha decisiva, queda cada vez más claro que Xóchitl Gálvez y su proyecto de la alianza Fuerza y Corazón por México están ganando terreno. Mientras tanto, el proyecto encabezado por Claudia Sheinbaum, en la línea de continuidad del gobierno de Morena, parece tambalearse bajo el peso de su propia arrogancia y falta de audacia. Se derrumba como se le derrumbó el metro, el colegio Rebsamen o las trabes del tren México Toluca.

El debate presidencial fue revelador en muchos aspectos. Fue un enfrentamiento en el que la claridad de propuestas, la capacidad de confrontación y la autenticidad de los candidatos fueron puestas a prueba. Y en este escenario, Xóchitl emergió como la clara ganadora, demostrando un dominio del espacio, una desenvoltura espontánea y, sobre todo, una disposición para someter a examen el legado de la 4T.

El contraste entre Gálvez y Sheinbaum fue evidente. Mientras la primera se mostraba enérgica, clara en sus argumentos y dispuesta a enfrentar los desafíos con valentía, la segunda parecía nadar de muertito, aferrada a una estrategia de evasivas y esquivas que revelaba más debilidad que autoridad. En un momento crucial para el país, con problemas urgentes que requieren soluciones audaces, la actitud de Sheinbaum se antoja como un lastre para su propio proyecto político.

La soberbia ha sido una constante en el discurso y la actitud de Sheinbaum. Desde su gestión como jefa de gobierno de la Ciudad de México hasta su candidatura presidencial, ha mostrado una falta de empatía y una negativa a correr riesgos que resulta preocupante. En un país que enfrenta desafíos tan graves como la corrupción, la inseguridad y la crisis económica, necesitamos líderes que estén dispuestos a enfrentar estos problemas de frente, sin miedo a los retos y con una genuina voluntad de cambio.

El proyecto de la alianza Fuerza y Corazón por México representa una opción realista y esperanzadora para el futuro del país. Es un proyecto que reconoce los problemas existentes, propone soluciones concretas y está dispuesto a trabajar con todos los sectores de la sociedad para lograr un cambio positivo. Mientras tanto, el proyecto de Sheinbaum y Morena parece cada vez más anclado en el pasado, aferrado a un discurso vacío de autocrítica y carente de ideas frescas y transformadoras.

A un mes de las elecciones, es importante reflexionar sobre el rumbo que queremos para nuestro país. Podemos elegir seguir por el mismo camino de siempre, con los mismos resultados predecibles y las mismas promesas incumplidas. O podemos optar por un cambio real, por un proyecto que nos inspire confianza y nos brinde esperanza en un futuro mejor.

Xóchitl y la alianza Fuerza y Corazón por México representan esa opción de cambio. Son el caballo que está alcanzando la meta, que está ganando terreno y que está dispuesto a llevarnos hacia un futuro más próspero y justo para todos. Es hora de mirar hacia adelante, de dejar atrás las viejas divisiones y de trabajar juntos por un México mejor. El futuro está en nuestras manos y juntos podemos hacerlo realidad.

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