Mutiny on the Bounty, (Motín a Bordo) es el título de la película basada en la novela homónima de Charles Nordhoff y James Norman Hall, en la que el oficial Fletcher Christian se amotina contra el capitán William Bligh en el buque HMS Bounty, que realizaba un viaje a Tahití para importar árboles de pan como alimento para los esclavos.

La película estelarizada por grandes actores: Charles Laughton (Bligh) y Clark Gable (Fletcher), dirigida por Frank Lloyd, ganó el Oscar a mejor película en 1935. En 1962, se estrenó una nueva versión dirigida por Lewis Milestone, con Marlon Brando (Fletcher) y Trevor Howard (Bligh). El motín a bordo del Bounty fue provocado por la actitud inhumana del capitán Bligh, quien maltrata a su tripulación al extremo de rehusarse a dar agua a un marinero deshidratado por conservarla para los árboles. Fletcher conduce la rebelión, expulsa a Bligh del barco y regresan a Tahití, un paraíso en la polinesia francesa sacado de un cuadro de Gauguin.

Sirva Motín a bordo como marco referencial para relatar lo que casi fue un motín de los pasajeros en el aeropuerto de la CDMX el pasado sábado 21 de diciembre con motivo del vuelo 1357 de Aeroméxico, programado para salir a las 10:45pm hacia Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. En el mostrador de la aerolínea se nos indicó a mi esposa y a mí que abordaríamos a las 9:45 pm en sala por determinar. Después de un rato sin información, apareció en la pantalla chica del mostrador, en la sala 75A, que la salida sería a la hora prevista (10:45pm).

Pero ¡oh sorpresa!, la pantalla grande decía otra cosa: salida del vuelo a Tuxtla 11.30pm (45 minutos de retraso) y junto la palabra on time. Con distinta información en las dos pantallas me dirigí al módulo de atención a clientes de Aeroméxico en la sala M, bastante retirado, donde tampoco informan, cuando ya era evidente que a la hora programada no despegaría el avión.

Regresé a la sala 75A, pregunté la hora de salida al representante de la empresa, quien afirmó que anunciaría en breve la salida por el sonido local. “Son las 11:15 pm” indicó en el altavoz que el vuelo saldría a las 11:50 pm (más de una hora de retraso). Con un calor sofocante, muchos pasajeros estaban de pie, por ausencia de lugar para sentarse, bebés llorando y la aerolínea sólo ofrece agua, refrescos y cacahuates.

Eran las 11:30pm y no abordabamos, la gente preguntó y el representante ofreció una nueva versión: “la tripulación viene de un vuelo internacional y está pasando migración, pero ya es cosa de 20 minutos para abordar”. Eran las 12:15 y todo seguía igual salvo que más gente se acercaba a preguntar.

La 1:00 am y el sujeto nos derivó con una mujer joven con chamarra roja quien dio una versión distinta: “el avión en el que viene la tripulación todavía no llega a su posición debido al excesivo tráfico aéreo que hemos tenido todo el día con tan sólo 2 pistas”. Para entonces el pasaje se arremolinó detrás del mostrador y empezó a protestar por el retraso, la desinformación, las mentiras y el maltrato.

Una señora con bebé en brazos exigió agua para su hijita. Un adulto mayor reclamó que en Tuxtla sus hijos lo esperaban preocupados. Un extranjero señaló que trabajó 20 años en Taca y jamás había visto ese caos por ausencia de protocolos de atención al pasaje, y no contar con reserva de pilotos. Un joven que venía de Canadá llevaba horas de espera en el aeropuerto. Entonces, a la 1:15 am, en lo que ya parecía un motín, surgió “Fletcher Christian”, un hombre de aproximadamente 50 años, que gritó: “ahora no nos movemos de aquí hasta que nos digan con certeza qué está pasando y qué va a pasar con nuestro vuelo. Nos han estado engañando”. El pasaje irritado se acercó más al mostrador, en apoyo de la protesta del nuevo líder, sobretodo porque entre el señor de la chamarra fosforescente y la señora de la chamarra roja, empezaron a decir que quizás se cancelaría el vuelo 1357.

Finalmente abordamos y empezó el despegue pasadas las 2:00am (3 horas y 15 minutos de retraso). Ya a bordo escuché a un piloto enojado decirle a la aeromoza: “Solo por ellos acepto volar pues no merecen esto, a pesar de que está vencido mi horario laboral”.

Signo inequívoco de una democracia, como parte de la libertad de expresión, es el derecho que tenemos los ciudadanos de criticar a nuestros gobernantes, pero en México poco se ejerce hacia el sector privado. Callar en este caso, es ocultar y convalidar un pésimo servicio por el gran retraso del vuelo, y sobretodo por la forma ofensiva como fuimos tratados los pasajeros, que con sobrada razón, estuvimos a punto de escenificar un motín, pero no en el Bounty, sino en el vuelo 1357 de la empresa Aeroméxico.

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