Las dificultades de la oposición en México para proponer un proyecto de nación y la ausencia de un liderazgo fuerte le impiden contar con una base social organizada. Sin embargo, es innegable que este grupo político cuenta con un importante sector que lo avala. Al 8 de mayo de 2022, según el promedio de las principales encuestas (Oráculos.mx), la desaprobación presidencial asciende al 32 por ciento. Esta cifra arroja un valor probable en cuanto al tamaño de la población que engrosa las filas de la base social opositora.

Pero ¿qué tipo de ciudadano es convocado por la oposición? Los opositores dirigen su discurso al “clasemediero”, individuo que identifican con el que, “hace fila para entrar al cine, viaja durante las vacaciones, compra con algún tipo de crédito, tiene coche y sale de la ciudad los fines de semana”. Le reconocen también como aquel que “contribuye a la estabilidad política, exige más como consumidor y busca las condiciones para que las próximas generaciones sean más prósperas”. De esta manera se describe al clasemediero, en palabras de Verónica Baz, actual secretaria técnica de Méxicos Posibles y directora general del Centro de Investigación para el Desarrollo A. C., de 2007 a 2016.

Quienes promueven esta perspectiva sintetizan el significado de clasemediero en una frase: “pobre no más, desarrollado aún no”. Situarse en esta condición implica centrar el horizonte de vida a la búsqueda de la superación personal y movilidad social; acceder a un empleo dedicado esencialmente al sector servicios; contar con la propiedad o alquiler de una casa como base del desarrollo familiar; y, acceder a la posesión de un automóvil y otro tipo de satisfactores. Por otra parte, en la medida en que se avanza en la era del conocimiento, donde la capacidad y el desarrollo creativo depende de cada individuo, se fortalecen las oportunidades para el crecimiento económico de quienes pertenecen a este grupo social.

Luis de la Calle y Luis Rubio, impulsores de esta perspectiva, afirman que la visión de un clasemediero incluye también una visión positiva del mundo, la disposición de disfrutar la vida más allá de lo cotidiano, la expectativa de mejoría económica sistemática y la percepción de la educación como un imperativo para el desarrollo de los hijos.

El sector clasemediero reforzaría una parte esencial de la base social de la oposición. Se trata de ciudadanos que continuamente son incitados a volverse clientes, consumidores y emprendedores. Junto a este proceso de desvalorización de la ciudadanía retorna el lenguaje racista y clasista, cuyo modo de operación está dirigido a evitar toda transformación política y el avance de los derechos en cualquiera de sus vertientes; dinámica encaminada a perpetuar los privilegios de una élite.

El problema de edificar una base social sobre el modelo clasemediero —un orden “mediano” que mantiene adormecidas a las personas antes que potenciar su pensamiento, a aceptar como inevitable lo que resulta inaceptable y necesario lo repugnante—, es que termina por banalizar el debate político y malograr el desarrollo democrático de México.

Doctorada en Ciencias Políticas y Sociales por la UNAM y Posdoctorada por la Universidad de Yale

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