Adriana Torres y Daniel Ramírez están enamorados del abrazo contenido que tiene el tango, un baile tradicional de Argentina que se ha extendido en el mundo y que en Querétaro tiene una creciente comunidad. Y hacer comunidad, por medio de ese apasionado abrazo, es uno de los principales intereses de esta joven pareja que recién participó en el Campeonato Bajío Tango, evento nacional que se realizó en León, Guanajuato, en donde ganaron el segundo lugar, aunque su presentación fue de primer lugar.

Además de Adriana y Daniel, tres parejas más, alumnos de su estudio, participaron en el certamen; la intención de competir en este concurso que convocó a los experto del tango en México, dice Daniel, fue demostrar que en Querétaro se hace buen tango.

“Éramos cuatro parejas de Querétaro y todas, en sus distintos niveles, hicieron una buena actuación, representamos bien a la ciudad, en el sentido de que todas las comunidades que estaban ahí voltearon a vernos y descubrieron qué se está haciendo en la ciudad, porque participaron parejas de otras ciudades que llevan más años en esto y nosotros somos relativamente jóvenes en el tango, y también por eso fue importante llamar la atención, para que vean que aquí en Querétaro se está haciendo muy buen tango, con buen nivel y de forma responsable”.

Hace 15 años, Adriana comenzó su amorío con el tango, entró a este universo por medio de la música y después le dio curiosidad el baile. Aprendió del estadounidense Graeme Clark, perfeccionó su baile en Argentina, la cuna del tango, y ya tiene 13 años dando clases y compartiendo el encanto del abrazo con personas de todas las edades.

Una de esas personas es Daniel, ambos son educadores musicales, egresados de la Universidad Autónoma de Querétaro, ahí se conocieron y ella le enseñó las primeras lecciones. A ella, la conquistó “el abrazo que tiene el tango, es un baile que se transmite mucho a través de todo el cuerpo y las sensaciones, siempre se está en un abrazo contenido, es algo como muy íntimo”, explica.

“A mí originalmente me llamó la atención la música, por mi formación de músico, y el tango tiene una parte muy rica respecto a la estructura musical, no sabía del encanto del baile, pero eventualmente lo conocí por Adriana y sí me emocionó la idea de ver a dos personas abrazadas, bailando alrededor de la música, disfrutando de la música, es un baile muy gratificante para el cuerpo y para el alma, cuando lo conocí me enamoré”, afirma Daniel.

Desde hace cinco años son pareja de baile, han participado en concursos en México y en Buenos Aires, en donde contendieron en sus tradicionales certámenes mundiales. Estando en Argentina, explican, aprendieron a sentir y vivir el tango.

“En Argentina se siente más el tango, como es algo que tienen desde niños, tal vez no todos lo bailan pero lo escuchan y lo sienten como más profundo; cuando yo fui, la primera vez, estuve allá viviendo ocho meses y conocí otra parte del tango, sabía la parte técnica del baile, pero allá descubrí la magia del abrazo, la verdadera esencia”, recuerda Adriana.

Daniel evoca de su viaje a la cuna del tango, sus recorridos por las calles, en donde es muy común encontrar a parejas bailando.

“Es muy lindo, porque en las historias del tango vas escuchando historias, y cuando vas caminando por las calles que van mencionando, vas idealizando los personajes que te narran, y sí se vive de una manera más profunda, y en las calles ves a parejas bailando, sí te mueve mucho cómo la ciudad refleja esa sensación de las letras y lo que dicen los tangos, además conoces gente de todo el mundo, porque al ser la capital mundial del tango, ahí se junta gente de todos los países para aprender”.

El tango social es para hacer comunidad, uno de los principales objetivos de esta pareja, que además de impartir clases organizan milongas en su estudio y con sus propios alumnos, personas de todas las edades, incluso adolescentes, que conviven, bailan y disfrutan de este popular baile que quiere arraigarse en Querétaro.

Además de ser una actividad de entretenimiento, aprender a bailar tango te permite convivir con personas de cualquier edad, se desarrollan habilidades de motricidad, incluso hay quienes lo utilizan como terapia.

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