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A poco más de una hora y media de Querétaro, Acámbaro, en el sureste de Guanajuato, recibe a viajeros de todo el país atraídos por una de las tradiciones más singulares de México: la famosa lluvia de pan. En este municipio, reconocido por su profundo legado panificador, las piezas vuelan literalmente por los aires durante una celebración que mezcla devoción, historia y comunidad.
Aquí, el pan forma parte de su escudo, de sus fiestas y de su vida cotidiana. Por eso, cuando llega el momento de la lluvia de pan, el pueblo entero se transforma en un escenario donde miles de manos esperan con entusiasmo las piezas que surgen desde remolques y carros alegóricos de las panaderías tradicionales de la región.

El corazón panadero de México
La tradición panificadora de Acámbaro se remonta a la llegada del trigo con los franciscanos y al talento de los artesanos alfareros, quienes dominaban el manejo del calor y los hornos. De esa combinación surgió el pan acambarense, famoso por su sabor, su suavidad y su conservación. Con el paso del tiempo, familias pioneras como los Loeza y los Silva consolidaron el oficio y lo transformaron en una de las principales actividades económicas del municipio.
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De esa historia surgieron productos emblemáticos, como las acambaritas creadas en 1976, que hoy son parte indispensable de su gastronomía. La tradición es tan importante que dos panes flanquean el maguey en el escudo de la ciudad, confirmando su papel como símbolo local.

La lluvia de pan: la tradición que volvió famoso a Acámbaro
De acuerdo con datos del libro “Acámbaro, lugar de magueyes” editado por el Gobierno del Estado de Guanajuato, el origen de la lluvia de pan se remonta a hace aproximadamente años, cuando un panadero local decidió regalar pan durante una peregrinación como acto espontáneo de agradecimiento. Ese gesto dio inicio a la costumbre de lanzar pan a los asistentes, tradición que más tarde se formalizó dentro de la celebración religiosa dedicada a la Virgen del Refugio.

La consolidación de esta práctica se vincula directamente con Abraham Silva López, panadero nombrado mayordomo de la fiesta de la virgen en 1926. Su participación organizativa y su impulso dentro de la comunidad panadera contribuyeron a que la costumbre creciera, se estructurara y se integrara de manera definitiva a las festividades del municipio.
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Hoy, las panaderías tradicionales recorren las calles del centro histórico lanzando cientos de piezas envueltas mientras miles de personas esperan, la caída del pan, con bolsas, chamarras y hasta paraguas invertidos. La tradición conserva un sentido de agradecimiento, unión y memoria panadera que hace de este evento algo irrepetible.
Aunque el ambiente es festivo, la tradición conserva un profundo sentido comunitario. La lluvia de pan es un acto de agradecimiento y de unión que reafirma la importancia del oficio panadero en Acámbaro, un oficio que ha acompañado al pueblo desde principios del siglo XX y que hoy es parte fundamental de su identidad.

Un pueblo con historia, sabor y arquitectura
Además de su lluvia de pan, Acámbaro ofrece una amplia experiencia cultural. Su fundación data de 1526 y gran parte de su patrimonio histórico se refleja en la arquitectura que adorna su centro. Destaca el Templo de San Francisco de Asís con su elegante barroco sobrio, el Convento de Santa María de Gracia con su fuente labrada y la portada plateresca del Templo del Hospital, uno de los ejemplos más destacados del arte tequitqui.
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El municipio cuenta con más de 130 monumentos históricos reconocidos por el INAH. En cada esquina se revela el pasado: desde el Templo de Las Cruces con su cantera rosada que brilla al atardecer, hasta el acueducto del siglo XVI, una de las primeras obras hidráulicas construidas en el México colonial.

Naturaleza para complementar la visita
Para quienes disfrutan de actividades al aire libre, Acámbaro ofrece atractivos como el Parque Ecoturístico El Zapotito, ideal para un descanso junto a la presa Solís, o la Sierra de los Agustinos, donde senderos, miradores y cabañas permiten conectar con el entorno boscoso de la región.

Un destino que combina cultura, fe y sabor
Acámbaro no es solo el pueblo donde “llueve pan”, su cercanía con Querétaro lo convierte en una escapada ideal para quienes buscan vivir un evento inigualable y al mismo tiempo descubrir un destino lleno de arquitectura, gastronomía y hospitalidad.
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Visitar Acámbaro significa llevarse más que pan: es vivir una experiencia cultural que no se olvida.
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