”El actor, cuando fallece, vive en la memoria de todos los demás”, expresó Franco Vega, durante el sentido homenaje a los recientemente fallecidos Juan Servín Muñoz y Francisco Rabell, que tuvo como marco el histórico Mesón de Cómicos de la Legua de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).

Familiares, exdirectores y autoridades de la cultura se reunieron —guardando las medidas sanitarias correspondientes— para dar un último adiós a dos de los pilares fundadores de esta agrupación teatral universitaria, que, con 61 años de trayectoria, es la más antigua de toda América Latina.

El emotivo protocolo fue encabezado por la rectora de la UAQ, Teresa García Gasca, quien reconoció el gran legado que dejaron tanto Juan Servín como Paco Rabell a las nuevas generaciones de actores y a la historia del teatro en Querétaro.

“Iniciaron juntos, al lado de Hugo Gutiérrez Vega, nuestro exrector, y después siguieron sus caminos, pero finalmente estos caminos siempre convergieron en el mismo amor por el teatro y por el arte. Sin duda el arte nos desnuda y nos lleva a las más sublimes expresiones de los sentimientos humanos y hoy con mucho cariño, desde la Universidad, desde esta casa que fue casa de los dos, celebramos la vida de Paco Rabell y de Juan Servín con mucho cariño; y ciertamente esto no termina, nos dejan un legado muy importante que seguiremos procurando desde la UAQ y desde el fondo de nuestros corazones”, manifestó García Gasca.

El director teatral y actor Franco Vega, quien condujo el homenaje, agradeció a la rectora y a la directora de Cómicos de la Legua, Patricia Corral Campuzano, por la pertinencia del evento, en donde él mismo recordó algunas anécdotas de las puestas en escena de los dos homenajeados.

“¿Cómo borrar de nuestra memoria al zapatero de la Guarda Cuidadosa? Al sastre en la Farsa del Corregidor, al labrador mostrando las cinco caperuzas en sus dedos en los Juicios de Sancho Panza… personajes que el licenciado Juan Servín Muñoz imprimió en sus actuaciones, dándoles el sello personal. A Paco Rabell lo vi actuar por primera vez siendo yo un niño, en la explanada principal de Cadereyta. Y siempre tengo en mente la imagen de Guillermo Tell apuntando con la ballesta a la manzana en la cabeza de su hijo. Guillermo Tell tiene los ojos tristes… hoy seguramente todos tenemos los ojos tristes”, expresó Vega.

El actor pidió que no se despidiera a Servín y a Rabell en silencio, si no, como le corresponde a la gente del teatro, con un minuto de aplausos, que resonaron en toda la casona, ubicada en Guillermo Prieto número 7.

Así mismo, la secretaria de Cultura del gobierno estatal, Paulina Aguado y su homóloga del gobierno capitalino, Andrea Avendaño, exaltaron en sus respectivas elegías la buena disposición personal y profesional de los homenajeados, tanto arriba como debajo de los escenarios y señalaron la importancia de ambas trayectorias en el quehacer cultural y teatral de Querétaro.

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