Alguna vez has comenzado el año con el propósito de “hacer dieta” y te has perdido en el camino? Optar por un estilo de vida más saludable podría ser, tal vez, uno de los propósitos más populares para iniciar el año; no obstante, cambiar los hábitos alimenticios requiere, sobre todo, de planeación e información nutricional adecuada, pues cada persona tendrá necesidades nutrimentales diferentes de acuerdo a su edad, sexo y desgaste físico. Por lo general, las personas que buscan bajar de peso recurren a las dietas -aunque el término correcto es “régimen”-, con el objetivo de lograr un cambio drástico, o al menos considerable, en la báscula. Existen dietas de todo tipo: la mediterránea, la Scarsdale, la macrobiótica, la de la sopa de col y cebolla, entre muchas otras, las cuales prometen resultados en un lapso de tiempo corto, por ejemplo, una o dos semanas. Consultamos con Carolina Toledo, nutrióloga egresada de la IBERO con especialidad en nutrición de deportes, para analizar tres dietas que se consideran entre las más populares: la dieta de la luna, la dieta de la zona y la dieta de la toronja.

En detalle

La nutrióloga Carolina explica que la dieta de la luna consiste en realizar ayunos de poco más de un día según el ciclo solar. Su fundamento parte de la atracción gravitacional que ejerce la luna sobre la tierra y su efecto en el agua de nuestro organismo. Por su lado, la dieta de la zona recomienda comer cinco veces al día para crear una sensación constante de saciedad y evitar así comer entre comidas. El argumento para bajar de peso, según esta dieta, es el aumento en el consumo de grasas y la eliminación de gran porcentaje de carbohidratos. Finalmente, la dieta de la toronja consiste en consumir regularmente dicha fruta en las tres comidas, siempre bajo un régimen de no grasas y no carbohidratos refinados, prefiriendo consumir alimentos de bajo aporte calórico.

La popularidad de estas dietas radica en su fácil aplicación, ya que existen fórmulas y menús sencillos disponibles en Internet, por lo que muchas personas comienzan un régimen sin la consulta o la orientación de un nutriólogo. Pero, ¿qué tan recomendables son a largo plazo? y, sobre todo, ¿qué tan efectivas?

Carolina Toledo nos comenta que toda dieta que asegure resultados inmediatos es cuestionable, ya que para lograr resultados a corto plazo se requiere de un sacrificio a la salud. “Cuando el cuerpo cambia de manera fuerte y repentina su dieta alimenticia, se le somete a un estrés muy fuerte por la falta de calorías. El organismo, para realizar las tareas diarias, reacciona tomando las reservas de músculo, agua y, en menor medida, grasa. Después de que la persona llega a su peso deseado, se frustra al no ver resultados drásticos o se cansa del nuevo régimen, y regresa a la dieta habitual, es el momento cuando el organismo aprovecha nuevamente las calorías de manera eficiente. Luego, el organismo no sabe cuándo volverá a pasar por el estrés al que se sometió recientemente, por lo que se previene y toma las calorías en abundancia, provocando, de esta forma, el famoso rebote.”

Según la nutrióloga, de estas dietas tan populares, la dieta de la zona es la que presenta más fundamentos, al estar avalada por Barry Sears, un bioquímico estadounidense y autor de libros como La zona y Grasa tóxica; sin embargo, ella no recomienda a la gente seguir este regímen. “Si la gente consume más proteínas y pocos carbohidratos, el metabolismo se acelera y se pierde peso, pero a costa de la salud del organismo. El cuerpo, ávido de carbohidratos comienza a tomar las reservas de glucógeno muscular y hepático, lo cual requiere de bastante agua, logrando un efecto de pérdida de peso, pero no completamente de grasa, sino en gran medida de músculo y de agua. Por otro lado, eliminar los carbohidratos no es nada recomendable, ya que la glucosa, un carbohidrato, constituye hasta el 80% del alimento para el cerebro, por lo que se afecta el sistema nervioso central, provocando mal humor, irritabilidad y problemas en la memoria. Además, si se aplica esta dieta durante un periodo largo, puede dar pauta a problemas renales.”

Lo recomendable, según la nutrióloga, es no buscar un resultado a corto plazo. La clave es mejorar los hábitos en cuanto a alimentación y actividad física, aspectos que provocarán una pérdida de peso gradual y, además, aportarán beneficios extra: prevención de enfermedades como diabetes, hipertensión, infartos cerebrales y del miocardio, entre otras. “Es importante que la dieta cubra tres aspectos: equilibrio entre carbohidratos, grasas y proteínas; variedad al incluir frutas, verduras, semillas, cereales y productos de origen animal, y que sea adecuada al peso, edad y sexo de la persona. Con las dietas “milagro” se pueden lograr una disminución de peso, pero seguirlas de forma desinformada, acarrea problemas de salud a corto y mediano plazo.”

Google News

TEMAS RELACIONADOS