El proceso de formación de nuestra identidad nacional a través de las imágenes es el tema de reflexión del historiador John Mraz en su nuevo libro México en sus imágenes.

Editado por Artes de México, el volumen de 444 páginas traza un recorrido por el trabajo de algunos fotógrafos cuyas obras ayudaron a dar una imagen pintoresca del país. Entre ellos, Désiré Charnay, Guillermo Kahlo, Hugo Brehme, los hermanos Casasola, Tina Modotti, Manuel Álvarez Bravo, los Hermanos Mayo, Nacho López y Graciela Iturbide.

A lo largo de su reflexión crítica, el historiador reconocido por sus libros sobre fotoperiodismo mexicano, repasa las formas en cómo se ha representado México, desde las imágenes pintorescas hasta las que muestran las diversas realidades del país.

El análisis del investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) se extiende hasta algunas escenas cinematográficas de la llamada época de oro del cine mexicano y a algunas películas más recientes.

Uno de los aspectos que aborda sobre el cine nacional es la Revolución Mexicana, tema que, dice, ha sido esencial en la construcción de lo mexicano. Asegura que, a través de algunos relatos cinematográficos, se ha creado una visión histórica o una visión esencialista de esa lucha y de la identidad revolucionaria.

Emilio Fernández y Gabriel Figueroa —explica el autor en la introducción del libro—, hicieron de la Revolución “una maraña confusa de atrocidades sin sentido, una teatralidad melodramática y un estilo visual impresionante. La historia se redujo a adornos y naturalezas muertas: uniformes intercambiables, magueyes esculturales, capillas barrocas, inditos exóticos, charros de acero y los rostros de las celebridades-estrellas”.

El autor de libros como Fotografiar la Revolución Mexicana: compromisos e iconos y Nacho López y el fotoperiodismo mexicano en los años cincuenta también cuestiona el papel que jugaron celebridades como Dolores del Río, María Félix, Pedro Infante, Jorge Negrete, Cantinflas y Tin Tán en la construcción de lo mexicano.

Analiza, por ejemplo, la figura del charro en sus diferentes encarnaciones de cine nacional: “Jorge Negrete representa al charro señorial, jefe de la hacienda. Pedro Armendáriz encarna al charro revolucionario que monta su corcel a través de magueyes, aunque vestido con la indumentaria militar ambigua. Pedro Infante es el charro posrevolucionario, sensible, que entra a la modernidad como un trabajador urbano”. Mientras que las mujeres aparecen en las figuras de la madre abnegada (Sara García), la indita humilde (Dolores del Río) y la arpía (María Félix).

El trabajo del historiador también examina el nacionalismo fomentado desde las revistas ilustradas y diversas publicaciones de 1940 a 1968, y cómo a partir del movimiento estudiantil de 1968 hay un parteaguas en la historia y la identidad mexicana. A partir de ese momento, explica, comienzan a crecer las propuestas de mostrar a México de una manera más crítica, pero al mismo tiempo hay fotógrafas, como de Flor Garduño y Graciela Iturbide, que continúan la tradición del “exotismo mediante la reconfiguración de la mexicanidad en el aspecto de las mujeres, en lugar de charros y las chinas poblanas”, apunta el autor.

Así, al ofrecer una reflexión crítica sobre algunas imágenes clave, el especialista en fotografía mexicana asegura que la construcción de la identidad en México se ha llevado a cabo, en gran parte, por medio de las representaciones visuales, a través de la fotografía, el cine, las historias gráficas y la televisión.

El volumen, de cinco capítulos, incluye imágenes de fotógrafos como Kahlo, Modotti, Álvarez Bravo, los hermanos Mayo y Gabriel Figueroa

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