En los últimos meses de su vida, el coreógrafo Guillermo Arriaga tomaba tequila, escribía lo que él llamaba “cuentitos” y promovía el disco que grabó el Trío Los Dandy´s con temas de su autoría. En una de sus últimas entrevistas, publicada por EL UNIVERSAL en febrero de 2013, se definió como “un hombre privilegiado”. Ayer, por la mañana, murió a los 87 años de neumonía.

Guillermo Arriaga fue uno de los coreógrafos más representativos del nacionalismo en la danza moderna mexicana, su obra Zapata, con música de José Pablo Moncayo, es una de las coreografías más bailadas en México.

Arriaga empezó primero en el teatro, fue fundador del grupo La linterna mágica junto José Ignacio Retes, José Revueltas, Efraín Huerta, entre otros. Después, en abril de 1949 entró a la Academia de la Danza y al poco tiempo estrenó La Balada del venado y la luna, de Carlos Jiménez Mabarak.

Después de establecerse un tiempo en Francia, regresó a México a invitación de Miguel Covarrubias para que montara El sueño y la presencia, su primera coreografía, con la que refrendó su amor por México. Arriaga tenía 25 años y a Covarrubias le gustó tanto su obra que le propuso trabajar con Blas Galindo en la música y con José Chávez Morado en la escenografía y el vestuario. Así fue el inicio de Arriaga como coreógrafo.

Fue hasta 1953 con Zapata, estrenada en Bucarest, cuando se convirtió en uno de los coreógrafos más importantes de su tiempo. Al día de hoy, la coreografía es considerada por la crítica como una de las más importantes de la danza moderna mexicana.

Con Zapata tuvo gran éxito en el extranjero que durante varios años Arriaga aseguró que en México no le perdonaban ser un triunfador. En una entrevista, a propósito de los 50 años de la obra, recordó que cuando se festejó el centenario del nacimiento de Emiliano Zapata en en 1979, le pidieron todo lo que tuviera sobre su coreografía para que formara parte de una gran exposición, además querían que se llevara a escena y aceptó.

“Entre Cora Flores y yo la remendamos porque ya no me acordaba con exactitud. Después resulta que no encontré a un solo bailarín que quisiera bailarla, me la tuve que echar yo a los 53 años. ¿Cuándo me perdonaron? No sé. Ahora se lo pelean, así que yo no entiendo”, dijo entonces.

Zapata continúa bailándose por diversas compañías, entre ellas por el Taller Coreográfico de la UNAM, dirigido por Gloria Contreras. Así como por diversas agrupaciones ubicadas en distintos estados de la república, funciones de las que solía estar entereado.

“¿Sabe cuánto dinero me ha dado mi Zapata en 60 años que llevan bailoteándolo? 10 mil pesos, cuando me lo pidió la maestra Gloria Contreras para el Taller Coreográfico de la UNAM. Pero los jóvenes lo siguen bailando y eso me tiene muy contento, mi Zapata está vivo. Sí, soy un hombre afortunado, viví un México maravilloso y mucha gente me ha querido, Diego Rivera fue uno de ellos, él solía decirme ‘Guille’”, contó el coreógrafo a EL UNIVERSAL.

Un emblema de la danza nacional

Para el crítico de danza Juan Hernández el estreno de Zapata en Bucarest, durante el Festival Mundial de la Juventud Democrática, fue un gran acontecimiento porque el arte mexicano, acostumbrado a encerrarse en sí mismo, se abrió al mundo. “En Zapata se reunieron los grandes talentos, un gran músico, un gran artista plástico y un gran coreógrafo, una fórmula que durante un tiempo fue emblemática. Los artistas creaban obras de gran intensidad dramática que con el tiempo se volvieron legendarias, es el caso de Zapata, que permanece en el imaginario dancístico y que aún está presente en la cultura dancística del país”, sostuvo.

Además, como bailarín, agregó Hernández, Guillermo Arriaga formó parte de una generación que empezó a profesionalizarse y a crear una estructura sólida para la construcción de la danza moderna mexicana.

“Arriaga fue una figura protagónica de ese momento fundacional de la danza moderna y contemporánea en México. Era un bailarín que formó parte de los alumnos y compañeros de grandes figuras de la danza como Anna Sokolow y José Limón, él abrevó de esas fuentes y ejerció con una técnica más profunda y profesional. Fue de los primeros bailarines que tuvieron conciencia de la profesionalización de su quehacer como intérprete”.

Arriaga fue autor de 300 piezas coreográficas cortas para distintas series de televisión en México y el extranjero; coreografías para cine, ópera, teatro y más de 60 obras de repertorio para diversos grupos folklóricos.

Pese a su constante trabajo, él mismo reconocía que no toda su producción coreográfica tuvo la mismo recepción que Zapata. “Tuve fracasos. Ni modo, en la vida siempre hay altas y bajas”, señaló alguna vez.

Arriaga fue un artista multifacético, también fue compositor, escritor, investigador y promotor cultural. Entre los numerosos reconocimientos que ha recibido se encuentra el Premio Nacional de Ciencias y Artes en 1999.

Fue amigo y cómplice creativo de numerosos personajes de la cultura nacional mexicana, desde Silvestre Revueltas hasta Alejandro Jodorowsky.

Fundador en 1983, junto con Patricia Aulestia de lo que hoy se conoce como Cenidi-danza José Limón (Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de la Danza).

También fundó el Ballet Mexicano y el Ballet Popular de México e impulsó el Premio Nacional de Coreografía Fonapas-UAM (actualmente INBA-UAM), y el primer grupo de mimos mexicanos al lado de Alejandro Jorodowsky.

Además fue miembro de la Academia de la Danza Mexicana; primer bailarín, maestro y coreógrafo del Ballet de Bellas Artes; director escénico y maestro del Ballet Folklórico de México; presidente de la Sociedad Mexicana de Coreógrafos, y miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).

Entre los más importantes reconocimientos que obtuvo se encuentran la Medalla de Oro de Bellas Artes, en 2003, y la Medalla Miguel Covarrubias, el año pasado.

De acuerdo con Bernardo González, su alumno y apoderado legal en los últimos años, el INBA prepara un homenaje en los próximas semanas. Por lo pronto, los restos del creador serán cremados y resguardados en la casa donde vivió.

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