El poeta Juan Gelman luce abrumado, aturdido. “Llegué aquí y pregunté por la capilla. ¿La capilla de quién?, me dijeron. Y... borré el nombre... tardé en decirlo”, cuenta a los reporteros que le han pedido unas palabras en honor a Rubén Bonifaz Nuño.

El Premio Cervantes 2007 no es el único que manifiesta su pesar por la muerte del ensayista y traductor veracruzano, figura fundamental para las letras mexicanas y para la Universidad Nacional Autónoma de México.

Es el rector de la UNAM, José Narro quien, acaso, completa la frase que Gelman no pudo articular: “Duele, duele mucho”.

Los amigos, familiares, colegas, alumnos de Bonifaz Nuño que acudieron a darle el último adiós en la agencia funeraria de Féliz Cuevas, coinciden en definirlo así: “Era el poeta vivo más grande que nos quedaba”.

Narro, insiste. “Es muy difícil encontrar las palabras que puedan describir lo que representa su pérdida. Todos vamos en ese camino (de la muerte) pero cuando llega el momento de un hombre de la grandeza y de la categoría que él tenía, con las aportaciones que le hizo a la cultura y al pensamiento nacional y universal, duele mucho”.

Un gran universitario

Una decena de coronas firmadas por instituciones culturales y universitarias son colocadas alrededor del féretro, en donde también hay libros y fotografías del poeta, en todas luce sonriente.

Quienes le profesaron amor, respeto y admiración intercambian palabras, algunos sollozan, otros sólo miran el ataúd donde descansa después de largos años de enfermedad que acabaron con su vista.

El crítico literario Emmanuel Carballo explica que la triste literatura actual vive un gran pérdida. “Era un gran poeta, un gran traductor, gran hombre, gran amigo, gran mexicano. Amó a la Universidad y la Universidad lo amó a él. Ahora le hará justicia, no con un homenajito de dos minutos, sino con el gran homenaje que un gran universitario merece”.

El poeta Hugo Gutiérrez Vega también lamentó la pérdida del decano de la poesía mexicana contemporánea. “Rubén es un modelo de la poesía lírica, de lírica pura que es difícil de encontrar en nuestro tiempo, y además, de poesía amorosa. Rubén nos habla del destello, de la belleza y de la fuerza de la mujer, es tan admirador de la mujer que la describe aún en la aspectos más íntimos, porque trata de encontrar el misterio de la feminidad. Perdemos no sólo a un gran poeta, sino a uno de los humanistas fundamentales del mundo contemporáneo”, apunta.

El presidente del Conaculta, Rafael Tovar y de Teresa, comparte su sentir por la muerte del poeta. “Aportó enormemente dentro de su vocación universitaria, que no sólo concentró su conocimiento en el aula, en la UNAM, sino que pudo llegar a muchos rincones del país y a mucha gente la motivó a abrir sus horizontes culturales”.

Homenajes

De acuerdo con los titulares de la UNAM, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y el Fondo de Cultura Económica, los homenajes que le rendirán conjuntamente se darán a conocer en las siguientes días.

Por lo pronto, Paloma Guardia Montoya, asistente del autor de El manto y la corona, anuncia que el reconocimiento podría ser en Bellas Artes, donde estarán presentes las cenizas del maestro. Después, las cenizas serán trasladadas a una iglesia de Coyoacán.

“Se llegó a la conclusión que en 15 o 20 días entre todas las dependencias se hará un gran homenaje nacional a Rubén Bonifaz Nuño. Ahí se van a llevar sus cenizas, después del homenaje se van a depositar en una iglesia”, dice Guardia, a quien siempre se refirió el poeta como una “hija adoptiva”.

La asistente señala que el maestro dejó inconclusa la traducción de los epigramas completos de Marcial, trabajo que realizaba en colaboración con Bulmaro Reyes Coria. Sin dar mayores detalles, Guardia Montoya también indica que el poeta dejó algunos materiales inéditos.

Y añade que Rubén Bonifaz Nuño dio instrucciones para que su biblioteca personal, especializada en humanismo y literatura, sea vendida, pero que se quede en México. “Quería que se quedará en nuestro país para que los estudiantes pudieran utilizarla y tener acceso a ella”, refiere.

Además, Paloma Guardia Montoya sostiene que algunos de sus libros, los dedicados a él y empastados en piel por él mismo se irán a El Colegio Nacional. “Unos libreros que él llamaba su egoteca, con libros dedicados a él y empastados en piel se van a El Colegio Nacional”.

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