Ciudad del Vaticano.— El papa Francisco eliminó ayer el secreto pontificio para las denuncias de abusos sexuales, una petición de las víctimas que garantizará mayor transparencia ante una realidad que ha desacreditado enormemente a la Iglesia católica.

Enfrentado a una serie de escándalos de abusos sexuales en todo el mundo que mancharon la imagen de la institución, el jerarca católico dio así un paso adelante importante en la lucha contra la pederastia cometida por sacerdotes.

“Se trata de una norma histórica que elimina obstáculos e impedimentos”, reaccionó monseñor Charles Scicluna, secretario general adjunto para la Congregación de la Fe y considerado el mayor experto de pederastia en el Vaticano.

El Papa entierra el secreto pontificio para estos casos con una normativa de cinco artículos titulada Instrucción sobre la reserva de las causas. El Pontífice advirtió que “no puede imponerse ninguna obligación de silencio sobre los hechos encausados al denunciante, a la persona que afirma haber sido perjudicada y a los testigos”.

Al terminar con la ley del silencio que reinó por décadas (desde 1974) frente a la pederastia de los curas, el Papa se comprometió también a dar la “debida información a la víctima y a las comunidades afectadas”, explicó Andrea Tornielli, director editorial del Vaticano.

El secreto pontificio se refiere a la confidencialidad en el manejo judicial de los casos de abusos sexuales por parte de sacerdotes y otros delitos graves de este tipo.

El secreto pontificio abarca documentos, informaciones, notificaciones, denuncias extrajudiciales de delitos contra la fe y de otros tipos. Obliga a guardarlo a cardenales, obispos, prelados superiores, oficiales mayores y menores, consultores y cualquier personal que tenga acceso a documentos o información relacionada con los casos.

“Por ejemplo, por los impedimentos que existían hasta este momento la víctima no tenía la oportunidad de conocer la sentencia que siguió a su denuncia, porque existía el secreto pontificio”, añadió. En un comunicado, el obispo español Juan Ignacio Arrieta, secretario del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, explicó que la eliminación del secreto pontificio en los casos de delitos de abusos sexuales no afecta al secreto de confesión. “No tiene ningún tipo de colisión con el deber absoluto de observar el sello sacramental, que es una obligación impuesta al sacerdote en razón de la posición que ocupa en la administración del sacramento de la confesión, y de la cual ni siquiera el penitente podría liberarse”, escribió.

La norma, que entrará en vigor inmediatamente, facilita la colaboración concreta con los Estados donde hay mandatos judiciales, precisó. Con la nueva disposición, el Papa responde a los pedidos hechos durante la inédita cumbre dedicada a los abusos sexuales y la pederastia celebrada en febrero en el Vaticano. Tras la cumbre, Francisco divulgó en mayo un motu proprio, una ley que por primera vez imponía a sacerdotes, religiosos y religiosas la obligación de denunciar no sólo los casos de abuso sexual, sino también el acoso y el encubrimiento.

Para la irlandesa Marie Collins, víctima y símbolo de la lucha contra los abusos de los curas, quien renunció a un comité del Vaticano indignada por su pasividad frente a la pedofilia, se trata de una medida positiva. “Excelente noticia”, escribió Collins en Twitter, recordando que el comité recomendó dar ese paso: “Por fin un cambio concreto y positivo”, añadió.

Con las nuevas normas, el Papa estableció también como delitos graves “la adquisición, posesión o divulgación, con fines libidinosos, de imágenes pornográficas de menores de 18 años por parte de un clérigo, de cualquier forma y por cualquier medio”. Hasta ahora el delito de pornografía infantil incumbía a menores de 14 años, pero la edad fue aumentada. El líder católico eliminó también la obligatoriedad de que el abogado y el fiscal de los delitos más graves contra la moral tengan que ser sacerdotes.

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