Víctor Manuel y Mercedes decidieron formalizar su relación tras cinco años juntos; en segundas nupcias, señalan que llegan momentos importantes en la vida en la que se necesita ser congruentes. Diego y Lorena también legalizaron su noviazgo, para enfrentar una nueva etapa. Ambas parejas participaron en los matrimonios colectivos que se llevaron a cabo en el municipio de Corregidora en la víspera.

El Patio de los Aguacates, en el Centro de Atención Municipal (CAM), 16 parejas contrajeron matrimonio en presencia de las autoridades de ayuntamiento, encabezadas por el alcalde Mauricio Kuri y Lorena Montes Hernández, directora del Registro Civil en el estado.

Víctor Manuel Díaz de León y Mercedes Vela son una de las parejas que decidieron casarse ayer en Corregidora, a pesar de que viven en La Pradera, en el municipio de El Marqués, pero supieron de la convocatoria y decidieron responder al llamado.

Él, de 60 años de edad, y ella, de 45 años, se casaron ayer en segundas nupcias. Cada uno tiene cuatro hijos. Víctor explica que se conocieron en una reunión y comenzaron a platicar, charla que duró ocho horas, aunque Mercedes dice que fueron 16. Ambos ríen, después de recordar la anécdota. Luego vino segunda cita y una cosa llevó a la otra.

Ambos son psicólogos, lo que ayuda a llevar una buena relación, al tener intereses comunes y conocer la profesión de la pareja.

Sobre qué los llevó a tomar la decisión, Víctor Manuel dice que fue “para así enfrentar moralmente todo. Llegan momentos importantes en la vida de cada quien y a veces es necesario ser congruentes”.

Afiman que sus ocho hijos están de acuerdo y felices de que sus padres hayan decidido casarse; Víctor dice que luego de la boda deberán regresar al trabajo (bromea) y posteriormente planear una boda de miel.

Agregan que conocieron el programa de matrimonios colectivos apenas el lunes pasado, y desde ayer ya son marido y mujer por la ley civil.

Ven su vida futura formalizada. “Lo hemos platicado. A lo mejor es lo mismo, a lo mejor no cambia nada, pero en nuestra mentalidad puede cambiar un poco y formalizarse más [nuestra relación]. Ahora, hay cosas que se tienen que hacer, pero con esta legalidad funciona mejor”, asevera Víctor, mientras Mercedes no quita la mirada de su ahora marido.

La ceremonia colectiva es presenciada por familiares y amigos de los contrayentes, quienes lucen elegantes atuendos para la ocasión, mientras que frente a ellos están las autoridades municipales y del Registro Civil.

Cada pareja es llamada a estampar su firma y su huella digital en el acta de matrimonio, que —explica posteriormente la misma Montes Hernández— se encontrarán resguardadas en papel, en una base de datos y en el ciberespacio, pues se une a los archivos del Registro Civil a nivel nacional. Esto, dice, tiene la ventaja de que en caso de salir del país y necesitar su acta matrimonial, la pueden solicitar en cualquier consulado.

Algunos de los familiares observan emocionados y prestos, con dispositivos móviles en manos, toman fotografías para guardar el recuerdo. Los novios sonríen a los teléfonos celulares. Muchos no se dan cuenta de que están siendo fotografiados. Ponen atención a las recomendaciones del alcalde Kuri González.

Algunos de los presentes lloran al momento en el que son declarados marido y mujer. Las emociones están a flor de piel. Tanto de los novios, que se ven un tanto nerviosos, como de algunos de los presentes.

Diego Ramírez Munguía y Lorena Morales Morales, él de 27 y ella de 31 años, también contraen matrimonio. Lorena explica que es una decisión que habían planeado con anterioridad, pero no se había concretado.

“Se dio la oportunidad de los matrimonios colectivos, fue un trámite muy rápido y decidimos vivir una nueva experiencia y creo que fue muy satisfactorio vivir una nueva etapa como pareja”, indica ella.

Desde hace tres años mantienen una relación, de la cual ya nació Diego Isaías, de seis meses de edad, a quien carga su padre, mientras su mamá explica las razones por las cuales se casaron, como la de tener una certeza legal en su relación.

“Tanto por nosotros como por nuestro hijo, algo para tener derechos y hacer las cosas bien”, dice Lorena, al tiempo que precisa que trabaja en una empresa de telecomunicaciones, mientras que él está a punto de terminar una ingeniería eléctrica, encontrando motivación en su primogénito para concluir sus estudios.

“Es el inicio de muchos proyectos, y, pues, un matrimonio que sea duradero y sea estable, es lo que más deseamos”, apunta Lorena.

La ceremonia concluye y los discursos de los funcionarios se suceden. El alcalde Kuri González dice que estos días son satisfactorios, pues ve la concreción de proyectos de parejas que quieren formalizar sus relaciones y deciden darse el “sí” y decirle “no” a todas las tentaciones del camino.

“Yo tengo 22 años de casado y no hay ninguna fórmula para el éxito en la parte marital. Lo que sí creo es que todos los que están aquí hoy tienen ganas de hacer una gran vida, porque para ustedes hay un antes y un después a partir de este momento. Muchísimas felicidades, que el 2017 sea un año de prosperidad para sus matrimonios”, señala el edil.

La convocatoria del evento se emitió en todo el municipio; llegaron parejas de las distintas colonias y comunidades de la demarcación acompañados por sus familias.

Luego de los discursos, se invita a las parejas y sus invitados a partir el pastel que se preparó para la ocasión. Las lágrimas se hacen presentes de nuevo. Los abrazos se suceden unos a otros, mientras que los que ya tienen hambre, pues casi son las 14:00 horas, aprovechan para comer una rebanada de pastel, mientras platican.

Mientras tanto, uno de los presentes dice socarronamente que las 16 parejas acaban de dar el primer paso para el divorcio: casarse.

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