Pensar en el sexo femenino y recuperar la memoria en la historia del arte sobre la mujer, nos permite entender el papel que ha jugado a lo largo de los tiempos, bajo la mirada de quienes lo han intentado todo desde la trinchera del poder, así como quienes desde la perspectiva del silencio han permitido optar por aceptar que su pareja, haya firmado en su nombre obras completas tanto en la literatura, así como de manera pictórica, por temor a sentir vilipendio de la sociedad.

Mujeres artistas han intentado lidiar contra la maledicencia de sus pares, ante la adversidad en situaciones e imposiciones en que, por el mismo contexto cultural, no se ha logrado obtener una hegemonía de pensamiento de lo que pretendemos dejar a un lado, el androcentrismo.

En esta batalla de odios y rechazo hacia las mujeres, donde la ideología machista se basa en hacer sentir inferior al sexo femenino en sus tareas diarias de manera personal y laboral, al no poderles dar su lugar por el simple hecho de ser mujer ha existido en todos los tiempos.

Artistas que por mucho tiempo fueron olvidadas o poco recordadas en el arte, hay varias, Tamara de Lempicka, Maruja Mallo, Sofonista Anguissola, Angélica Kauffmann, Artemisia Gentileschi, Elieen Agar, Élisabeth Vigée-Lebrun, entre muchas otras, que no pudieron desarrollar su talento libremente, debido a que no todas las mujeres podían acceder a la formación artística gracias a que factores institucionales o sociales, no permitían que las mujeres pudieran tomar de la misma manera la pintura histórica o mitológica como los hombres, por lo que solamente se les era permitido hacer uso del retrato de la naturaleza muerta con sus famosos bodegones, el retrato a veces de animales y el paisaje, esto con el fin de abocarse solamente a tener conocimiento de géneros “menores”, siendo una sombra en el arte por el simple hecho de ser mujeres, algunas otras fueron ligeramente reconocidas por el apellido o porque estaban casadas con un artistas, el cual les permitía ligeramente figurar o bien en más de una ocasión firmaban sus obras a su nombre, dejando así un hueco de nuestra presencia de género en la historia  del arte.

Por fortuna hoy, la historia se cuenta diferente, México cuenta con 31 instituciones dedicadas a las artes, únicamente en la CDMX; somos uno de los países en América más reconocidos por el valor de su cultura, Querétaro cuenta con una escuela dedicada a las artes y que está en boga de su internacionalización a través de sus distinguidas acreditaciones, vemos salir a cientos de mujeres, fortalecer la red de artistas a través de la danza, teatro, plásticas, literatura, música, escultura y restauración, llenando de orgullo y talento, esta nueva escuela de mujeres forman parte de la construcción del tejido artístico social, donde mediante su impronta dejan un legado en el arte, gozando de privilegios que antes no existían.

Es por ello que cuando veo lo acontecido con algunos contingentes del 8M, donde se transgredieron lugares restaurados, pintados, o esculpidos por mujeres, siento que se pierde ese respeto que buscamos, olvidamos que durante muchas décadas fuimos excluidas sistemáticamente de todo y creemos que este tipo de expresiones van a lograr un respeto en busca de igualdades, mediante una violencia que duele ver, dañamos inmuebles hechos por formadores de las artes, los cuales fueron hechos para enaltecernos y aun así han sido lastimados, dejando una disrupción de lo que realmente queremos ganar.

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