Resulta inaudito saber que, en 2014, el observatorio económico México, ¿cómo vamos? presentó un reporte donde destaca que —en una escala de cero a 100— Querétaro ocupa el segundo lugar con un crecimiento de 6.4% y una calificación de 90 sobre 100; y según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el segundo trimestre de 2015, la economía del estado creció 9.9% en términos anuales, impulsada por el sector industrial que avanzó 12.5%, obteniendo el mayor crecimiento de todas las entidades del país, seguida de Guanajuato que creció 9.4% y Quintana Roo que lo hizo en 6.6%.

En el ranking de avance económico, Querétaro obtuvo el primer lugar con una calificación de 83, derivada de sus avances en tres indicadores: crecimiento económico, pues se colocó como el estado que más creció en los dos primeros trimestres del año con 12.4 y 9.9% anual; crecimiento en empleo formal, ya que generó 10 mil 669 empleos, 235% más de su meta en el semáforo económico, y crecimiento en la productividad, dado que pasó de 921 pesos por hora trabajada a mil 354, situación que contrasta con el humillante salario y el muy deficiente servicio de salud pública que recibe la clase trabajadora a través de las instituciones encargadas, como el IMSS, ISSSTE y hospitales generales.

Aunque el mal servicio de salud no es exclusivo de Querétaro, sólo existen cinco hospitales generales en todo el estado (incluido el Hospital del Niño y el de la Mujer) y 204 centros de salud pequeños, muchos de ellos en mal estado, para atender una población de más de dos millones de habitantes. Es decir, con una proporción de 2 médicos por cada mil habitantes —ante los tres de la escala nacional— y un número de enfermeras también muy bajo: 2.6 por cada mil habitantes —frente a tres de escala nacional—. En la entidad sólo hay 3 mil 500 médicos, resultando un importante déficit de enfermeras, médicos y especialistas que, de acuerdo con datos de la propia Secretaría de Salud, provoca una sobrecarga del 150%, situación que no ha sido resuelta por las autoridades mediante la apertura de nuevas plazas en el sector —a pesar de que el número de pacientes se ha incrementado—, lo que repercute en la calidad del servicio.

Pero eso no es todo. Se sabe que, lamentablemente, en los hospitales generales falta poco más del 40% de medicamentos, provocando que los pacientes tengan que comprar su medicamento y el material, o suspender definitivamente su tratamiento. Se sabe de desgarradoras historias, como que en los centros de salud sólo se atienden a cinco personas por día, quienes tienen que hacer filas desde las cinco de la mañana, independientemente de si son niños, personas de la tercera edad o mujeres embarazadas. El personal médico de clínicas y hospitales generales se ve obligado a escoger a las personas con cáncer que reciben los tratamientos de quimio o radioterapia entre los más “salvables”, pues en ocasiones sólo se reparten cinco o seis tratamientos por día, lo que equivale a “matar” inevitablemente a muchos de los enfermos de este terrorífico mal o a que las consultas de enfermos graves se programen en plazos de hasta tres o cuatro meses, en los que los pacientes mueren por falta de atención.

¿Pero a quién le importa la salud y el bienestar de los queretanos? Los funcionarios encargados de gobernar disponen del dinero del pueblo como suyo, insensibles ante las necesidades y sabedores de que el poder da para atenderse en los mejores hospitales de México y del extranjero, les da lo mismo que haya o no infraestructura médica, material y equipo técnico, medicamentos suficientes y contratación de personal especializado, pues ellos están en lo suyo, haciendo política para seguir escalando puestos que les permitan acumular cada día mayor riqueza.

Dirigente estatal del Movimiento Antorcha Campesina. @Jggravejerogurrola@yahoo.com.mx

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