En diversas ocasiones he afirmado acá que México es premoderno, sin ser muy claro al respecto. Aprovecho que he estado platicando del México que queremos tener en Economía Informal para reiterar la afirmación, pero también para definir el término lo mejor posible. Por premoderno no me refiero a que estemos atrasados frente al modernismo del siglo XX o algo parecido, sino atrasados frente a la modernidad iniciada en el siglo XVI. En aquel entonces inició un periodo de transformación en Occidente que nos ha llevado a lo que hoy tenemos en el mundo: 100 veces más riqueza, mucha más libertad y muchas más posibilidades para todos.

La modernidad inicia con el escepticismo frente a la autoridad (Lutero), continúa con la aceptación de que puede no haber un más allá (Montaigne), pasa por la definición humana de la existencia (Descartes) y llega al reconocimiento de que no hay más dios que la naturaleza (Spinoza). Con esa base, es posible el conocimiento científico (Newton/Leibniz) y la libertad individual (Locke/Hume). Y con base en la igualdad de los seres humanos frente a la sociedad que eso implica, puede entenderse el funcionamiento libre del mercado (Smith), y finalmente la construcción de repúblicas (Estados Unidos/Francia). Pensamiento científico, igualdad de oportunidades, legitimidad de la riqueza, tres características fundamentales de la modernidad.

No es que todas las personas de una sociedad deban alcanzar gran puntaje en los tres conceptos, pero es determinante que las reglas sociales estén orientadas a fortalecerlos. Por ejemplo, es de todos conocido el movimiento creacionista en EU, que intenta equiparar libros religiosos a la evolución. Pero ese movimiento no es impulsado por el Estado, ni cuenta con popularidad en la mayoría de la sociedad. Para continuar, por cierto, se amparan en la libertad de expresión.

Nuestro problema no es exactamente ése, sino la dificultad que tenemos para deshacernos del pensamiento mágico. El proceso con el cual se fue destruyendo este pensamiento en Occidente (y luego en parte de Oriente) fue la educación, que pasó de ser un mecanismo de memorización a uno de análisis. Otra vez, no es que todos los europeos sean monumentos del pensamiento crítico, pero la diferencia con América Latina es notoria. Si hay duda: Hanushek y Woessmann, NBER 15066.

Si la reforma educativa en México debe servir para algo, es precisamente para eso: para borrar el pensamiento mágico y construir en su lugar el pensamiento científico, algo que creo que es imposible si se sigue manteniendo 25% del tiempo para estudiar Ciencias Sociales, privilegiando la memoria, y manteniendo lo que nos ha llevado adonde estamos.

El segundo concepto, la igualdad de oportunidades, tiene que ver con educación, pero de otro tipo. Tenemos una sociedad en la que la cuna vale más que la vida. El lugar de las personas lo da el nacimiento, no los méritos. Eso se llama racismo y clasismo. Discriminamos a quienes tienen un origen “inferior” al del criollo, como se hacía en la Colonia.

Finalmente, la legitimidad de la riqueza que se obtiene del mercado. Aunque la visión de la economía como un juego de suma cero (lo que uno gana, alguien lo pierde) existe en todas partes, me parece que en México es preponderante. Y como pensamos que ser rico implica que otros sean pobres, no queremos a los ricos, pero al mismo tiempo igualamos riquezas.

Profesor de Humanidades del ITESM-CCM

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