Primera colaboración de 2013 dedicada, como se acostumbra, a semblantear el nuevo año. Los humanos queremos saber qué va a pasar, aunque eso sea imposible: es muy difícil predecir, sobre todo el futuro, dice una frase que se atribuye a diversos autores, desde ser un proverbio árabe hasta Yogi Berra.

Ya en alguna ocasión comenté el estudio realizado por Phillip Tetlock, que comparó predicciones de profesores, funcionarios y opinadores de política con lo que en realidad ocurrió, descubriendo que, en general, es más seguro decidir con un volado que con un profesor de política. No es que los otros profesores sean más acertados, sino que fue en esta área en la que se concentró Tetlock. Los economistas no creo que tengan mejor suerte en las predicciones, como se ha visto en los últimos años.

Pero Tetlock encontró algo más en su investigación. Un grupo de profesores fue más acertado. Por su forma de obtener información, le llamó a este grupo zorros, frente al otro, de puercoespines, por la famosa metáfora de Isaiah Berlin, tomada de un fragmento griego: “el zorro sabe muchas cosas, el puercoespín sabe una sola gran cosa”. Tetlock llamó puercoespines a los especialistas más concentrados, y zorros a aquellos con diferentes intereses y metodologías. Lo interesante es que estos últimos sí lograron predicciones razonablemente mejores que el simple azar, a diferencia del primer grupo.

En las últimas dos semanas del año, en estas páginas, le presenté dos visiones completamente distintas de lo que puede ser el futuro próximo. El 21 de diciembre, día en que se acababa el mundo según los cuentos, le recordaba cuánto hemos avanzado los seres humanos en los últimos tiempos, y cuántas oportunidades tenemos de contar con un futuro brillante. En esa misma lógica, no es demasiado aventurado decirle que los próximos 30 años serán los mejores en la historia económica.

Pero el 28 de diciembre, aprovechando a los inocentes, le daba el otro lado de la moneda. Recordando las Guerras del Peloponeso y el inicio de la Primera Guerra Mundial, poníamos en perspectiva las disputas que hoy mismo están ocurriendo en el extremo oriente entre China y sus vecinos. En esta lógica, más negativa, tampoco es aventurado esperar un enfrentamiento armado entre las tres economías más grandes del mundo. Eso exactamente ocurrió hace 100 años.

Ahora, para hacer ya un planteamiento formal acerca de este año, permítame reiterar que las dos perspectivas que le ofrecí son los casos extremos, pero ambos posibles. Más que eso, incluso probables. Pero son los dos límites, positivo y negativo, del futuro imaginable (por mí, al menos).

Del lado positivo, lo más importante que tenemos es el impacto, ya muy maduro, de las tecnologías de información y comunicaciones en diversos sectores de la economía, que permiten una mayor producción a costos mucho menores. Esto es ya un hecho en el sector alimentario desde hace unos años (eso exactamente es la ingeniería genética), y lo es también en la energía. La utilización de combustibles fósiles no convencionales, así como los avances (aún lentos) en energías limpias, nos permiten pensar que al menos por un siglo más, la energía no será el factor limitante.

Pero ahora está empezando un cambio que puede ser espectacular. Hay algunas actividades que utilizan intensivamente mano de obra, y por ello sus costos han crecido continuamente: educación, salud y seguridad. En los tres casos, empiezan avances del mayor interés, que no sabemos hasta dónde lleguen. En educación, en este año se destapó ya la competencia por los cursos masivos libres (MOOC, en inglés); en salud, el tricorder de Star Trek (un “mágico” aparatito que hacía las veces de médico) llega este año al mercado, aunque sea en versiones iniciales. El gasto en estos dos rubros, en los países ricos, es el 20% del PIB. El espacio de avance es inmenso.

Pero todo esto puede quedarse en vilo un tiempo, si falta el liderazgo para ello. Ésa fue la falla en Grecia en el siglo IV AC, o en China en el siglo XIV, o en Europa hace 100 años. En todos los casos, los políticos asumieron el miedo ancestral al cambio y a la competencia, y prefirieron gobiernos grandes, fronteras cerradas y defensa armada.

Y eso define en qué dirección nos moveremos en este 2013. O nos guía el mercado o nos guían los políticos. ¿Qué prefiere usted? Feliz año.

Economista

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