Las condiciones actuales de la economía en México no son alentadoras, lo cual puede observarse a través del PIB, que para el año 2020 se reportó de 1,074 billones de dólares, cifra muy similar a la que se tuvo en el año 2016 a precios actuales, así lo reportan los datos de las cuentas nacionales del Banco Mundial y archivos de datos sobre cuentas nacionales de la OCDE. El PIB per cápita en México ha decrecido notoriamente desde el año 2019 con -1.26% y mayormente desde el año 2020 en  -9.274%.

Se advierte el inicio de una etapa de posible y prolongada recesión: para 2021 la cifra original de crecimiento fue de 4.80%, lo cual muestra que no hubo recuperación suficiente, quedando el PIB de 2021 muy por debajo de la tendencia de crecimiento a tasa promedio de los últimos 5 años del sexenio del Presidente Peña Nieto, de 2.62% (Manuel Aguirre Botello, Series históricas del producto interno bruto de México desde 1896 hasta 2021, www.mexicomaxico.org/).

Entre las diversas causas del decrecimiento económico en México y su futuro, están la pandemia, la inseguridad, la incertidumbre de los inversionistas, desempleo y la alta inflación; asimismo, la economía nacional ha mostrado "claros signos de debilidad en la segunda mitad de 2021”, así lo señaló Renzo Merino, analista de la consultora internacional Moody's. También se tiene la crisis de las cadenas de suministro a nivel global, la escasez de semiconductores para fabricar automóviles, el precio del petróleo (Por qué la economía de México entró en recesión y cuál es el riesgo de estanflación para 2022, Redacción BBC News Mundo, 31 enero 2022).

Si actualmente la economía mexicana no avanza favorablemente, esto no debería ser suficiente ni definitivo para considerar negativa la expectativa de inversión en Investigación y Desarrollo (I+D) en el país, pero sí en mucho dependerá de la buena traza de las políticas gubernamentales que contribuyan a fortalecer a las instituciones de educación superior (IES), tanto públicas como privadas, así como a los centros de investigación del Conacyt y todos aquellos de dependencias públicas, además de establecer y aplicar políticas públicas que integren a la industria y al sector productivo en general para impulsar su firme participación en inversión en (I+D).

La calidad en la educación en todos los niveles resulta crucial para la generación de capital humano competente para todas las actividades de la vida nacional, aumento del número de investigadores, subsidio suficiente y oportuno para las universidades y tecnológicos públicos; respeto a la autonomía de las universidades que tienen ese carácter que la Constitución les reconoce en su artículo tercero, así como libertad de cátedra.

Las universidades públicas autónomas identifican bien las prioridades en materia de investigación, considerando el interés regional, las necesidades nacionales, así como los requerimientos y áreas de oportunidad globales.

Un gobierno inteligente, con visión de futuro, bien entiende lo estratégico que resulta invertir en (I+D), para mejorar en lo social y económico a toda su población, para elevar la calidad de vida creando más y mejores oportunidades.

Ex Rector de la UAQ. 
jalfredozg@yahoo.com.mx

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