En 2018 compartí alrededor de estas fechas, en este mismo espacio #DesdeCabina, un texto que invitaba a la reflexión sobre la experiencia que brinda el logro (La sensación que produce el logro se tituló para ser más precisos. Por aquí dejo el link reducido del texto de 2018 rb.gy/yixwwc), la generación de endorfinas y otras hormonas más asociadas a la experiencias revitalizadoras -que todos deberíamos vivir repetidamente en nuestra vida- que se generan cuando después de mucho esfuerzo, contratiempos y desgaste se logra un objetivo, se consigue aquello por lo que se luchó. Es extremadamente vivificante.

En aquel entonces describía, desde otra trinchera, la experiencia de jóvenes estudiantes universitarios participando en una competencia nacional para la cual se habían preparado años antes y cuyo trayecto ganador los forzó a vivir competencias previas, retos y problemas. Crecimiento en pocas palabras, no olvidemos esta simple, pero contundente conclusión -afirmación.

En esta ocasión, junto a mi nuevo equipo, revivimos por unos meses y muy recientemente esa sensación, ese nerviosismo gratificante diría yo que se vive, minutos antes y durante la ejecución de un evento al que se le dedicaron meses de planeación, de gestiones, de trabajo coordinado con autoridades y entre las diferentes áreas de un aeropuerto para recibir a 2 mil corredores visitantes, viajeros, clientes, patrocinadores, en general personas interesadas (stakeholders) amigas del Aeropuerto Internacional de Querétaro para la 2a edición de la carrera del AIQ con motivo de su aniversario XIX.

Cuando me preguntan, -porque aún hay personas que lo hacen…- por qué una carrera atlética, por qué tanto esfuerzo, tanta dedicación, habiendo cosas seguramente más importantes y quizá trascendentes que hacer en un aeropuerto -y créanme que las hay por supuesto-, mi respuesta somera, quizá sin tanta profundidad es, para construir una comunidad de personas que se acerquen a un aeropuerto, vuelen o no a través de él, que lo vivan de cerca, que eventualmente se vuelvan voceros, interesados, que se sientan atendidos, aunque de otra manera, por los que vivimos y mantenemos al aeropuerto, en pocas palabras, para extender el margen y canales de influencia que un aeropuerto tradicionalmente genera en una región.

Sin embargo, también tiene una implicación, quizá más profunda y velada que la de construir comunidad, tiene igualmente el propósito de prepararnos como equipo, como organización para realizar tareas que requieren paciencia, gestión, que nos retan a dejar nuestra zona de confort, que provocan mantenernos en constante atención y sobre todo que nos impulsan a hacer cosas grandes y trascendentes para otros. Para eso sirven los grandes eventos, porque cuando se dicen con simpleza en una reunión, se ven lejanos, sencillos o complejos, pero lejanos y, en la mayoría de las ocasiones, ajenos. Hoy queremos que el AIQ se convierta en una organización preparada para ejecutar grandes proyectos, con ejecutivos, compañeros y personal de todos los niveles, dispuestos a ver más allá, a involucrarse, a someterse a constantes momentos de incomodidad que provocarán seguramente diferencias entre nosotros, que nos empujarán hacia nuevos caminos, que nos impulsarán a crecer.

Triunfar y vivir el logro constantemente requiere de preparación. Sigamos preparándonos para el AIQ, para nosotros y para los demás.

Google News