Cuando un funcionario sabe su oficio, luce hasta en la adversidad. Así puedo caracterizar la comparecencia del doctor José Antonio Meade Kuribreña, secretario de Hacienda y Crédito Público, ante el Pleno de la Cámara de Diputados, el pasado jueves 5 de octubre, quien en tono firme y respetuoso hacia sus interlocutores dio una cátedra sobre las finanzas nacionales.

Más allá de la gran crónica que realizaron varios periodistas que dan cuenta de la vida parlamentaria, que recogieron la expresión espontánea de los presentes, donde las muestras de reconocimiento a la presencia del secretario Meade, a su entrada al recinto. Esta cortesía de mis colegas diputados a la gran trayectoria de un funcionario público, que llega a comparecer, fue una gran muestra de civilidad de la mayoría de las fuerzas políticas ahí representadas a un funcionario maduro, diligente y con gran conocimiento de la materia bajo su responsabilidad.

Cito este pasaje de la vida parlamentaria, porque este gesto es inusual. Cuando a un funcionario acaso se le aplaude, es resultado de una exposición brillante y, al final, se le reconoce. Esto nos habla de la sensibilidad y la mano negociadora con la cual se ha conducido en su actuar público el secretario Meade.

El secretario Meade, el responsable de la política económica del gobierno federal, fue claro y conciso cuando los legisladores le cuestionaron sobre el impacto de las finanzas públicas por pensiones; cómo se pretende reducir el régimen fiscal; sobre la relación de la deuda soberana con la perspectiva de crecimiento del país; y la cotización del peso frente al dólar.

Cuando mis colegas le propusieron destinar recursos a un fondo de reconstrucción para atender a los damnificados e infraestructura afectada por los sismos, y diseñar programas preventivos de desastres, o también, cuando mis compañeros legisladores le plantearon redireccionar los recursos presupuestales a áreas estratégicas, como las mujeres, educación y protección civil, así como “evitar la corrupción en el programa de reconstrucción”, el funcionario, mesurado, dijo: “lo haremos sin burocracia, con transparencia, ordenada y prudente”.

En su turno, mi compañero Yerico Abramo Masso resaltó que México llegó a cerca de 156 mil millones de dólares de inversión extranjera, lo cual es sinónimo de certidumbre en el crecimiento. Y pidió al funcionario explicar qué acciones se tomarán en el próximo presupuesto para incrementar el gasto social en el país y de qué forma se espera revertir la desigualdad económica.

En su respuesta, el titular de la SHCP indicó que la consolidación fiscal ha llevado a proponer recortes importantes al campo, pero al hacerlo “nos ha permitido priorizar el apoyo a quienes dentro del agro más lo necesitan y ocupan. Este presupuesto no deja descobijados a los pequeños productores, ya que 4.3 millones de unidades económicas rurales serán apoyadas al amparo del mismo”.

Al concluir su comparecencia ante el Pleno el secretario Meade extendió la mano a todos. Confió en que los Poderes Ejecutivo y Legislativo sabrán estar a la altura de los retos que hoy se enfrentan en el país. “La ciudadanía espera que la clase política cumpla con su obligación, entregue buenas cuentas y desarrolle el ejercicio público con honradez, transparencia y decencia”.

Y cerró así: “Hoy que está de moda hablar mal de la política en el mundo, vale la pena decirles que en el país se hace con generosidad, se construyen consensos y la pluralidad no implica ineficiencias ni obstaculiza, y cuando enfrentemos un reto sin importar el color, nos damos la mano”.

Este botón nos dice mucho por qué el secretario Meade está listo para tareas mayores y continuar sirviendo a México, sea cual sea su próxima responsabilidad. Al final, igualmente salió entre vítores, a pesar de la larga jornada y los fuertes reclamos de los opositores, que comprendieron que tenían enfrente a un caballero de la política, varios de los líderes nacionales presentes, también generosamente le extendieron la mano.

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