Todos conocemos ese hermoso cuento escrito por Carlos Collodi en 1882, en donde se relata que un carpintero llamado Gepetto, con un trozo de madera encontrado en el bosque, fabricó un muñeco de madera al que un hada le dio vida y le hizo saber que, ante cualquier mentira que dijera, le iba a crecer la nariz. Este personaje se ha usado para hacer sentir lo negativo que es mentir, como que las mentiras son descubiertas por las personas engañadas.

Ante hechos recientes, estamos mirando que en elevados niveles jerárquicos de la política mexicana hay ciudadanos que como en la historia italiana mencionada, están en riesgo de que su nariz les crezca de manera ostensible. Las presuntas víctimas de que cambie su imagen son el secretario de Gobernación y el presidente del PRI.

El secretario, como si fuera el dirigente de un partido político y no el responsable de la política interior, se dirigió a diputados simpatizantes de su partido, para decir que las reformas recientes se habían logrado gracias a los acuerdos alcanzados con el PRI. Lamentablemente, estimo que dijo la verdad, y que quien sí es un mentiroso, además de desleal y traidor a sus compromisos, es Alejandro Moreno Cárdenas, quien ha hecho del PRI, lo manifiesto con todo respeto, ya que las condiciones son diferentes, lo que alguna vez fue el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana con el PRI, anuente y solidario a todo lo que decidiera.

No es deseable que Moreno Cárdenas siga en su Comité Ejecutivo Nacional. Pinocho tiene en él la mejor representación, solo que el personaje del cuento es gracioso, amable e inofensivo. El Pinocho que tenemos en el Partido es dañino y está acabando con la poca fuerza que tiene y cada vez, gracias a su presencia, más escasa credibilidad frente a la ciudadanía.

Los compromisos públicamente declarados, los rompe con la mayor facilidad, por eso, cuando dice que no hay acuerdos para el tema electoral, sería infantil creerle.

Decía el secretario de Gobernación que el Presidente necesita de ese acuerdo para plasmar otras reformas que tiene consideradas y que pueda transitar en el último tramo de su sexenio. Y en este tiempo de afortunadamente poco menos de dos años, además de querer que los consejeros electorales sean por elección popular; se vuelva a establecer la figura de la vicepresidencia; crear una línea aérea comercial manejada por el ejército; desaparecer los órganos locales electorales y alguna otra idea presidencial con un Congreso disciplinado con una oposición realmente inexistente, podrá imponer el Ejecutivo todas las ideas que se le ocurran.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM

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